Sr. Director:

¿Por qué se va a pagar con el dinero de todos, incluso de los no creyentes, las clases de una religión particular? Es el argumento que utilizan siempre los que están en contra de las clases de religión en los centros públicos.

Tiene fácil respuesta: porque también la mayoría de partidas de los presupuestos del estado satisfacen necesidades y servicios que no afectan a todos los ciudadanos sino sólo a una parte de ellos. ¿Por qué  se va subvencionar, si no, a los sindicatos, si el nivel de afiliación no llega al 20 % de los trabajadores? En cambio, según datos del último curso, las clases de religión las solicitaron para sus hijos el 75 % de los padres. Y lo mismo se podría cuestionar las subvenciones a un cine que poquísima gente va a ver, o a determinados publicaciones que leen menos gente que los que quieren clases de religión.

Y la lista de ejemplos se haría interminable. Por otro lado mientras unos alumnos están en clases de religión,  los que no la siguen están en otra asignatura o actividades alternativas cuyo coste se cubre también con los impuestos que pagan los padres de los que cursan religión. Tema distinto es que hay algunos que están  en contra de estas clases por considerar que sólo el estado puede decidir el tipo de educación han de recibir los hijos. Es  lo que ahora intenta hacer Chávez en Venezuela, como antes lo hizo el marxismo.

María Pardo Zamora

mpardozamora@yahoo.es