Que el PP no se aclara sobre muchas cuestiones no es una novedad. Lo explicamos a raíz del beso lésbico de Sonia Castedo, la alcaldesa de Alicante. Pero es más grave que no se aclare tampoco con el aborto, esa trampa tan legal como inmoral por la que tantas vidas de inocentes no ven la luz (¿hay algo más ingrato y terrible). Es lo que pasa en los partidos que no tienen principios, sino un modo de conducirse políticamente para bailar con la que más conviene. En el caso de la reforma del aborto de Ruiz-Gallardón lo ha reconocido hasta el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando (en la imagen), que no es precisamente ningún 'mindundi' en la derecha.
Lo que ha admitido Rafael Hernando, en declaraciones a Europa Press, es que hay "discrepancias internas" en el seno de su partido porque es "un tema sensible", pero que está convencido de que "dará tiempo" a derogar la legislación socialista para volver al modelo de supuestos de 1985. El buen señor ha matado tres pájaros de un tiro para que se aclare el personal y en los tres ha dado la razón a lo que piensan la mayoría de los españoles, mientras Rajoy mira para otro lado o se fuma un puro, ignorando lo que piensa la mayoría de los españoles también cuando se asocian esos dos términos: PP y aborto.
Lo más sangrante no es lo que ha dicho, sino el laberinto verbal en el que se ha metido el buen Rafael Hernando. Veamos. Que hay discrepancias en el PP ya se sabe, como se sabe también que esa es una de las razones por las que la reforma de Gallardón va pasando de mes a mes desde el inicio de la legislatura (no pasó lo mismo, por ejemplo, con la 'quita' en las nóminas y en el IPRF decretada por Rajoy con apenas un mes en el Gobierno; ya se sabe, los problemas económicos siempre son más urgentes). Tampoco es nuevo que quieran derogar la ley de Zapatero. Lo harán con retraso, pero algo harán. De lo contrario pueden sufrir un castigo electoral, que es lo único que les preocupa a los partidos, seguir en el poder.
Lo dicho a raíz del beso lésbico de Sonia Castedo vale también ahora: el verdadero problema del PP es que no se aclara. Y cuando un partido no se aclara, un día dice una cosa y al siguiente, la contraria. Y cuando eso ocurre, como siempre en estas cosas, un día deja tirados a un millón de votantes y al siguiente, a otro millón. Por eso es importante un programa electoral y lo menos ambiguo posible. Pero, caramba, es el PP, qué le vamos a hacer. Pedir convicciones a la derecha organizada es como pedir peras al olmo. Entre otras cosas porque con esa misma ambigüedad quiere pescar votos tanto entre los que tienen profundas convicciones como entre los que juegan en campo contrario.
Mariano Tomás
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