Lo peor del referéndum portugués sobre el aborto en Portugal no es que haya triunfado el "sí", provocando así el vuelco, a favor de la matanza de inocentes que pretende el presidente Sócrates, respecto a la consulta popular del 98. Tampoco es que al Gobierno del primer ministro, el socialista José Sócrates le importe un pimiento que el referendo no será vinculante y apruebe le aborto por ley, ni tan siquiera la repugnante manipulación habitual que ha sido objeto la muy democrática consulta tanto antes como durante la noche electoral (Ver Noticias Globales). No, lo peor es comprobar que a 6 de cada 10 portugueses la vida del no nacido, el más inocente y desvalido de todos los seres humaos, les importa un pimiento : se han quedado en casa.

De los que se tomaron la molestia de ir a votar, el 59,5% aprobó el aborto y el resto se opusieron. Por el contrario, en el 98, dijeron "no" el 52,8%, gerente al 47,2 que aplaudieron la matanza.

El asunto es tenebroso, pero lógico. Para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad, la visión de los fetos abortados basta para comprender, contra toda la propaganda progre, que el aborto es un crimen repugnante. Y ya existen numerosas grabaciones de un embarazo y del origen del a vida, como para informar a todo aquel que quiera informarse

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Por tanto, está claro que el mayor enemigo del de vida es la indolencia. El mundo practica la gran matanza porque el poder siempre es elitista y burocrático, y el poder hoy lo representa el progresismo y lo políticamente correcto, gentuza –lo siento, no se me ocurre otro nombre- como el español Rodríguez Zapatero o el portugués José Sócrates. Como elitista, no le gusta la debilidad del no nacido, siempre dependiente, y como burocrático no considera que la persona sea sujeto de derechos hasta su inscripción en el Registro Civil. Ahora bien, la gran masa anónima simplemente no quiere tratar, ni ver, ni pringarse con, asunto tan desagradable como el del aborto. Esa comodidad es el mejor camino, no lo duden, hacia la tiranía.

Además, Sócrates ya se ha cansado de tanta democracia, por lo que ha decidido que, aunque el referéndum no resulte vinculante, y ha decidido legislar en aborto en Portugal por vía parlamentaria. El poder siempre es más eficiente que el pueblo : exige poner en comunicación a menos personas. En la misma línea, los legisladores del Referéndum del 98 debían haber llevado al parlamento la prohibición ratificada de todo tipo de aborto.

Los referendos son como las dimisiones: nunca hay que ponerlos en práctica porque corres el peligro de perder el partido.