Las universidades españolas necesitan hacerse internacionales. Es una realidad que han bajado el alumnado nativo y los ingresos.
Los estudiantes extranjeros suplen ambas carencias: ocupan plazas que quedarían vacías y pagan el coste íntegro de la enseñanza, con recursos propios o con becas de sus países.La competencia es enorme. A Estados Unidos, se suman los clásicos de la UE, Gran Bretaña y Alemania. Recientemente, Japón o Singapur, que tienen problemas similares. A la vez, los grandes exportadores China o India se esfuerzan por retener a sus jóvenes cerebros ofreciéndoles lo que irían a buscar fuera: alto nivel, enseñanza en inglés, títulos con reconocimiento internacional.
Los gobiernos asiáticos han incrementado el gasto público en educación superior. Y están surgiendo muchas universidades privadas en los países emergentes de Asia. La atracción también se debe a la iniciativa de universidades extranjeras, que han iniciado centros propios o programas conjuntos con instituciones locales.
Por ejemplo, la escuela de negocios francesa INSEAD tiene un campus en Singapur y un MBA en China. En Singapur también están las universidades de Chicago, la Cornell y el MIT. Un informe publicado por el American Council on Education señala que 131 instituciones indias de enseñanza superior tienen acuerdos con universidades extranjeras y casi la mitad de las universidades británicas, programas en China.
Todo esto está cambiando el panorama de la enseñanza universitaria internacional. En la cúspide siguen las universidades norteamericana e inglesas. Pero la diversidad es creciente. En la última clasificación anual del Times Higher Education Supplement aparecen ya universidades de 30 países entre las 200 mejores. Las de Pekín, Tokio y Nacional de Singapur están entre las 20 primeras. En cambio, las españolas no aparecen.
Clemente Ferrer Roselló
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