Insisto en que no. A la pesadita de la adolescente Najwa Malha y familia no se le debería prohibir llevar el pañuelo a clase.

En primer lugar para no darle oportunidad de montar el numerito, que es lo que pretenden los musulmanes: aprovechar las libertades que les otorga la democracia que les ha acogido. En segundo lugar porque una cosa es un pañuelo y otra un burka. La gente no tiene que esconderse detrás de una caperucha, pero lo cierto es que un pañuelo islámico oculta menos el rostro que las gafas de sol, dado que los ojos son lo más expresivo y reconocible de una persona.

En cualquier caso, el no sin el velo demuestra que no es una cuestión de decencia, sino otra cosa: una comunidad que, al menos en España, y me temo que también en Francia o en Bélgica, ha formado un gueto, que odia al país de acogida. Y cuando sean mayoría o tengan el poder, entonces impondrán la sharia.

Sí, así se comporta la comunidad islámica. Sólo una pregunta: ¿Por qué Cataluña afronta problemas mucho más graves de inmigración que Madrid? Porque en Madrid la inmigración es hispana, China o procedente del Este de Europa, mientras en Cataluña es musulmana. ¿Significa esto que debamos negarle la entrada a los musulmanes? No, lo que significa es que hay que obligarles a respetar la cultura del país que le acoge.

Mientras esto ocurre, Su Majestad el Rey Mohamed VI, un tirano en la frontera, continúa expulsando a sacerdotes católicos de Marruecos.

Pues bien, el PP intenta camelarse ahora a la comunidad musulmana imitando al PSOE, con el fichaje de algunos elementos moderados. ¿O no? Una edil musulmana del PP les ha sacado los colores por el trascendental asunto del pañuelito. Manifiesta que se siente utilizada tirada y manipulada. El primer adjetivo es adecuado, los otros dos forman parte del numerito habitual. Pero al PP le está bien empleado. Hasta en política hay que ser sincero y auténtico.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com