Consejo de Ministros del martes 19 de enero. Olvídense de todo lo demás, sean ertes, pandemias o borrascas. Lo único importante es que sale a escena la vicepresidenta cuarta -que no undécima- del gobierno Sánchez, doña Teresa Ribera. Estaba allí para responder, sin que pareciera que le echaba la bronca, al vicepresidente del Ejecutivo, Pablo Iglesias, que es el que manda en el Gobierno, pero al que no se puede echar porque resulta muy necesario para que el PSOE se mantenga en las encuestas mientras Podemos baja.  

Y así, Teresa Ribera, con esa modestia suya tan característica, nos explica que si se dispara el precio de la luz… pues que eso es lo lógico por un sinfín de razones que no necesita explicar pero que ella ha conseguido reducir un tropecientos mil por 100 el precio de la luz desde que está en el Gobierno, allá por 2018.

Bueno, hasta ahí nada que oponer, se trata de un político haciendo propaganda pero, poco a poco, como siempre le ocurre, doña Teresa se viene arriba y entonces se remonta al pecado original de la humanidad, que no es lo del desagradable incidente de la manzana, sino el calentamiento global, dogma que todo buen ecologista profesa.

Y en ese momento, a Ribera se le olvida la dichosa factura de la luz y nos suelta una frase para el recuerdo: “Las renovables son ya la fórmula más barata de producción de energía”. Ole, ole y ole.

Sí, como lo ha oído, la vicepresidenta cuarta ha dicho que la forma más barata de energía es la que procede de los molinillos y de las huertas solares. Más que la de los combustibles fósiles, más que la de los reactores nucleares, más que la proveniente de las centrales hidroeléctricas.

Bueno, a lo mejor barata sí que lo es. Depende cómo la subvencionen y primen hasta llegar a su precio definitivo. Pero lo cierto es que el coste de producción de las renovables, la de los avances tecnológicos continúa siendo mucho más elevado que el de sus pares. Por ejemplo, que la energía nuclear.

Y no contenta con ello, Ribera nos asegura que, además, las energías verdes son las más “previsibles”. Sobre todo para doña Teresa, que te puede decir cuánto viento hará en Estaca de Vares el próximo mes de junio o si el sol brillará en Almendralejo en septiembre. Vamos, que con la profecías de la vice podemos planear el mix de energía para el próximo lustro.

Y no se crean, es vicepresidenta cuarta del Gobierno. Aunque tampoco hay que extrañarse, pues el vicepresidente segundo es Pablo Iglesias y el primero Carmen Calvo. Será por vicepresidentes.

Por cierto, lo que no dijo Teresa Ribera es lo que ha ocurrido con la Agencia Española de Meteorología para que se nos echara la nevada encima sin que los chicos del tiempo, todos ellos sesudos científicos, no nos advirtieran de ello hasta que la teníamos encima.

En cualquier caso, Ribera representa el ecologismo convertido en religión, en pan-ecologismo. Y, como Hegel, que también era muy anticlerical, o sea, muy clericaloide, si los hechos no coinciden con sus palabras, “pues peor para los hechos”. No serán hechos científicos.

Y lo curioso es que un hecho científico no es más que eso: un hecho. Pero Ribera no lo sabe. Así que la energía más barata, la huerta solar: ¡Toma ya!