Fábrica de Damm en El Prat de Llobregat (Barcelona)
La cervecera Damm también ha caído en la trampa del Pacto Mundial de las Naciones Unidas que promueve la salud sexual y reproductiva, entre otras cosas. La cervecera presume de que es “un paso más en su compromiso con la sostenibilidad ambiental, social y económica”, en palabras de la propia compañía.
Sin embargo, es mucho más que eso. Supone que el grupo que preside Demetrio Carceller estará obligado a apoyar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, entre ellos: fin de la pobreza, hambre cero, salud sexual y reproductiva, igualdad de género, agua y saneamiento, reducir la desigualdad, etc.
La séptima meta del ODS 3 es "garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación de la familia...", o sea, incluye el aborto, los anticonceptivos y la esterilización
En esta ocasión, conviene destacar el objetivo número 3, el de salud sexual y reproductiva, que tiene nueve metas. Entre ellas, están: reducir la tasa mundial de mortalidad materna; poner fin a las muertes evitables de recién nacidos y de niños menores de cinco años; y ojo, “para 2030, garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación de la familia, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales”. Esta séptima meta incluye, por lo tanto, los temas del aborto y de los anticonceptivos, pero claro, bajo el eufemismo de “salud sexual y reproductiva”, que es mucho más políticamente correcto.
El Pacto Mundial de las Naciones Unidas fue lanzado por Kofi Annan en 1999 y ya cuenta con más de 12.500 entidades adheridas en más de 160 países. Es la forma que tiene la ONU de introducir la ideología del Nuevo Orden Mundial (NOM) dentro de las empresas, al amparo de la responsabilidad social corporativa. En España opera a través de la Red Española, que ya tiene más de 1.508 entidades adheridas, de las que el 22% (más de 330) son grandes empresas. Por tanto, Damm no es la única que ha caído en la trampa, también les ha pasado, entre muchos otros, a: bancos (BBVA, Banco Santander, CaixaBank, Banco Sabadell, Bankia, Bankinter, Unicaja, Kutxabank, Abanca), aseguradoras (Mapfre, AXA, Santa Lucía, DKV), telecos (Euskaltel, Vodafone), energéticas (Iberdrola, Naturgy, Endesa, Enagás, EDP, Red Eléctrica, Acciona, Cepsa, Siemens Gamesa), grupos mediáticos (PRISA, Mediaset, Atresmedia, RTVE), empresas públicas (Renfe, Enaire, Correos, Metro de Madrid, ICO, Ineco), textiles (Inditex, El Corte Inglés -aunque tiene mucho más que moda-, Adolfo Domínguez, Tendam), alimentarias (Ebro Foods, DIA, Grupo Calvo, Auchan, Chocolates Valor, Natra), consultorías (Llorente y Cuenca, Tinkle, Adecco), empresas de publicidad (Havas Media), infraestructuras (Cellnex, FCC, Sacyr, Ferrovial, Suez, Agbar), transporte y viajes (Iberia, Cabify, Amadeus, Meliá, NH), de seguridad (Grupo Eulen, Prosegur), el holding de inversiones Corporación Financiera Alba y entidades del tercer sector (Manos Unidas, Cruz Roja Española, Plan Internacional).