- Fueron acusados de participar en un 'culto del mal', vamos, la excusa para encarcelarlos.
- Ayer jueves, entró en vigor una revisión de la ley sobre la práctica religiosa que los creyentes temen que vaya a incrementar aún más la vigilancia sobre ellos.
- Pero además de leyes, la tiranía comunista pega palizas a los cristianos y destruye sus iglesias.
El último episodio de la
persecución de la tiranía comunista china contra los cristianos: un tribunal chino en la provincia del suroeste de Yunnan mandó a seis protestantes a la cárcel la semana pasada. ¿El motivo? Fueron acusados de supuesta participación en un «culto del mal», informa
Noticia Cristiana.
A los seis cristianos se les impuso sentencia de hasta 13 años de cárcel por un tribunal de la ciudad de Lincang que les consideró culpables de formar parte de una secta llamada «Tres Grados de Siervos» y de «usar un culto maligno con el objetivo de minar la aplicación de la ley», dijo el abogado, Xiao Yunyan, a Radio Free Asia.
Los implicados, que pertenecen a una comunidad eclesial protestante evangélica no registrada,
negaron todas las acusaciones. Los abogados explicaron que «los jueces en Yunnan son realmente malvados. No prestaron atención a los argumentos de que no se habían cometido actos ilegales, y que no había ningún daño de ningún tipo para la sociedad».
Es más: según Radio Free Asia, al
abogado Xiao le fue notificado que su licencia para ejercer la abogacía será revisada y de esta forma comprobar si está «defendiendo ilegalmente» a sus clientes.
Se trata de un episodio más de la preocupación de las autoridades chinas por el auge de la religión entre sus conciudadanos. Por ello, como explica
El País, ayer jueves entró en vigor una
revisión de la ley sobre la práctica religiosa que los creyentes temen que vaya a incrementar aún más la vigilancia sobre ellos.
Las enmiendas de la ley, dividida en nueve capítulos, imponen multas a quienes alquilen espacio para las reuniones de una congregación religiosa no registrada. También endurece el control del Gobierno sobre el contenido que las instituciones religiosas vuelquen en Internet, y aumenta la vigilancia sobre las escuelas confesionales.
Pero, sobre todo,
la legislación renovada deja claro que la práctica de la religión estará siempre subordinada a lo que el Estado considere cuestión de seguridad nacional.
"Ningún individuo u organización puede usar la religión para desarrollar actividades que pongan en peligro la seguridad nacional, alteren el orden público… ni otras actividades que perjudiquen a los intereses del Estado o de la sociedad" indica el artículo 4.
El régimen, que sospecha de cualquier movimiento social que pueda poner en entredicho su mandato, ve ese auge, especialmente el de las religiones "foráneas" (islam, protestantismo y catolicismo) con preocupación.
Si en el caso del islam se alega el temor al extremismo,
en el caso de las confesiones cristianas preocupan las iglesias clandestinas, que no aceptan la guía de las organizaciones "patrióticas" oficiales, esas que han doblado la rodilla ante el régimen.
Pero, además de todo ello,
los comunistas chinos a los cristianos les pegan palizas y destruyen sus iglesias.
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com