Cuando Richard Nixon comunicó al pueblo norteamericano -o sea, que obligó a toda la humanidad- que liquidaba el patrón-oro le dio tanto apuro que aseguró que se trataba de una medida transitoria.

El próximo año cumpliremos medio siglo de la supresión del patrón-oro, una medida transitoria. Ya se sabe que no hay nada más permanente que lo transitorio. Y así, desde 1971, el mundo vive en un océano de liquidez que ha provocado la devaluación de toda la economía mundial, de todos los factores de producción. Es ese aroma de crisis económica permanente que constituye la vinagre de nuestras vidas.

Y es que solucionar cualquier problema económico fabricando dinero es una grandísima estupidez. Recuerden: los hombres de la edad Media castigaban con la muerte a los creadores -falsificadores- de billetes: chicos listos.

El dinero físico se ha convertido en un problema para los partidarios de un océano de liquidez, que es el principal enemigo de la propiedad y de la economía

Y ahora tenemos al Gobierno Sánchez intentado acabar con el dinero físico, con el papel-moneda. Cuidado, que ese es el próximo objetivo del Nuevo Orden Mundial (NOM). Y esto porque prohibir el papel moneda supone un golpe letal contra la privacidad y una pérdida de libertad. Vamos, por ponerlo fácil: que si pagamos con tarjeta o con un móvil, nos tendrán más vigilados. Para ser exactos, totalmente vigilados.

Resumiendo, el dinero físico se ha convertido en un problema para los partidarios de un océano de liquidez, que es el principal enemigo de la propiedad y de la economía.

Una vez más, la excusa para el liberticidio es el Covid-19: los billetes y las monedas están llenas de virus

Y una vez más, la excusa para este nuevo liberticidio es el Covid-19: los billetes y las monedas están llenos de virus. Las teclas de un móvil o de un ordenador, con los que manejamos el nuevo dinero digital, naturalmente, no.

Que el papel moneda no termine nunca. Además, con el dinero físico, el hombre no pierde el sentido de las proporciones. Con el dinero digital, sí. El ser humano es capaz de ponderar lo muy grande y lo muy pequeño.