- La cadena de alimentación respiró con la inversión del magnate ruso (10%) pero ha perdido ya lo recupedo en bolsa.
- El problema es de modelo: no encuentra su espacio, mientras el beneficio y las ventas se resienten.
- Y los franquiciados tampoco están contentos: se quejan de la falta de inversiones.
La entrada del magnate ruso
Mikhail Fridman en el capital de
DIA supuso un respiro en la cotización del grupo de distribución, que empezó a recuperar lo perdido en meses y terminó con los ataques de los
bajistas. Sin embargo, todo ha quedado en nada. Escaló casi un euro por acción, hasta 6, el 28 de julio, y ha vuelto a caer todo lo que había avanzado. Ahora cotiza a 5,1.
La inversión de Fridman, de 300 millones para controlar un 10%, le convirtió en el segundo accionista después de la presidenta del grupo,
Ana María Llopis (
en la imagen), pero no ha acabado con las dudas sobre un grupo que no encuentra su espacio.
En el semestre, de hecho, ha ganado un 9,7% menos, hasta 54 millones, mientras sigue adelante con su plan de
remodelación. Se trata, básicamente, de cerrar tiendas no rentables de las depende para mejorar, aunque tampoco mejora en ventas.
Y a eso se unen, en paralelo, las
quejas de los franquiciados, que culpan a la cadena, cuando no denunciando, por una
política rala en inversiones de apoyo y estrechos márgenes para el franquiciado, en beneficio del grupo.
Rafael Esparza