Planas, Celáa y Calviño
Consejo de Ministros del 4 de octubre. La portavoz, Isabel Celaá, cada día más estirada, sale a escena flanqueada por el titular de Agricultura, Luis Planas, para explicarnos lo que es fácil de entender. Que Donald Trump nos ha castigado en nuestras exportaciones alimentarias, y que a ver si Europa nos defiende. Lo cierto es que si Europa quiere jugar duro con Estados Unidos también puede hacerlo, lo que pasa es que la Unión Europea no existe porque de Unión tiene poco. Por eso, Madrid debería dejar de esconderse detrás de Bruselas.
No se sabe exactamente por qué acude Nadia Claviño, quien debería comparecer dentro de dos semanas, cuando el Gobierno envíe a Bruselas el nuevo cuadro macroeconómico.
La ministra más creíble del Ejecutivo, Nadia Calviño, no para de apagar fuegos
Pero si se piensa un momento, se entiende fácil. Calviño es el personaje con más prestigio del Ejecutivo. A ella sí se la respeta en Bruselas, por ejemplo, y últimamente ejerce apagando fuegos ante una crisis que no es que esté llegando, es que ya está aquí.
Y así, mientras ese desastre llamado Magdalena Valerio aseguraba que si no nos suben las pensiones con el IPC se incurrirá en antisocial, Calviño prefiere asegurar que ese es el compromiso del Gobierno, aunque sabe que es una locura… porque el sistema está quebrado.
Carmen Calvo, al frente de los radicales del Ejecutivo, intenta que Sánchez prescinda de Calviño
Y también puede aludir a la EPA porque habla de los tres últimos meses de empleo, y a lo mejor le da un respiro en un paro que, se quiera o no, va a crecer.
Con todo, Carmen Calvo, al frente de los radicales del Ejecutivo, intenta que Sánchez prescinda de Calviño. Sería un error.
Para entendernos, por vez primera desde que convocó las elecciones del 10 de noviembre, Pedro Sánchez tiene miedo. Lo importante no es que la economía se desmorone en un mes, que no se desmoronará. Lo importante es el sentimiento de desmoronamiento. Y ese sentimiento ya ha llegado. Y cuando la economía va mal, la gente vota a la derecha (y no siempre es un acierto).
Segundo miedo del ejecutivo. El asunto Franco. ¿Ventaja electoral para el PSOE? O no.
Lo de Franco ya empieza a ser una mascarada repudiada por cada día más gente. Eso de que el héroe Pedro Sánchez suba al estrado a pelear con una momia de hace 42 años, e independientemente del lavado de cerebro de los medios informativos, podría resultar un efecto de ida y vuelta. A lo mejor tiene que arrepentirse del numerito del Valle de los Caídos.
No, el tercer miedo no es Cataluña, como usted esperaba, que tras haber dado un giro copernicano ya empieza a ser bien manejado por el PSOE. No, el desafío de Iván Redondo, el gran estratega, es la propia arrogancia, más chulería, de Pedro Sánchez, que empieza a ubicarse a sólo un paso del ridículo.
Y no es bueno ni para ganar unas elecciones.
Por primera vez, el Gobierno tiene miedo del 10-N y se ha enrocado.