• El presidente del Grupo Prisa ha contactado ya con al menos cinco grupos de comunicación para ofrecer El País SA.
  • La razón es la falta de liquidez para afrontar los gastos: con la actual llega hasta enero, ni un mes más.
  • En los planes de Cebrián está también Cinco Días -nada nuevo-, pero no se plantea vender activos rentables como la Cadena Ser.
  • El paso es uno más entre tantos dados estos años para escapar de la quiebra: desinversiones o tener entre los accionistas a lo mejor de cada casa.
  • Janli está ofreciendo ahora El País a inversores que nada tienen que ver con su ideario progre.
Al presidente del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián (en la imagen), no le preocupa en estos momentos el debate incendiario en las redes sociales sobre el cese de su columnista Miguel Ángel Aguilar por sus críticas en un artículo del New York Times. Eso en una chorrada, como quien dice. Lo que de verdad le quita el sueño es la delicada situación económica del grupo (dicho con cierta benevolencia lo de delicada). Y es que los problemas financieros son de tal calibre, por falta de liquidez, que Janli está ofreciendo al mejor postor El País SA, empresa de la que depende la edición en papel del diario El País.  La razón es sencilla: con la liquidez de la que dispone llega hasta enero. Ni un mes más. Cebrián se ha puesto en contacto ya con cinco grupos de comunicación, entre ellos algunos editores de prensa ya retirados, para ofrecerles el buque insignia sobre el que han pivotado, desde tiempo inmemorial, los grandes proyectos de Prisa, en todos los ámbitos (económicos y también para tejer su red de influencias económicas y políticas). Pero la realidad se impone a cualquier otro capricho del deseo, ya me entienden. La situación es tan grave que con la liquidez actual a Prisa le quedan dos meses para pagar, por ejemplo, algo siempre tan sensible como los sueldos de sus trabajadores. Paradójicamente, entre los editores y potenciales compradores del El País SA con los que ha contactado Cebrián hay algunos que ya no creen en la prensa vegetal porque el único futuro que ven está en la prensa digital, en la Red. Y entre los interesados, por qué no, podría estar el mismo Pedro J. Ramírez, director de El Español, que tiene, de momento, muchos posibles pero pocos lectores. La crisis de la prensa -también debida a la crisis económica- ha obligado a Prisa a jibarizarse al mismo tiempo que aumentaban sus pérdidas y crecía su deuda. Vamos, que lleva años en situación de quiebra, y si no ha entrado en ese crítico estadio es precisamente por ser quien es, el primer grupo de comunicación del país. Es lo que prueban sus cuentas de resultados y las últimas son una apéndice más de que el imperio se desmorona. Ese es el motivo por el que se ha desprendido así de grandes activos como su tele del alma, CNN Plus, o por lo que ha puesto a la venta, más recientemente, por cinco millones de euros, su histórica cabecera económica, el diario Cinco Días. Ha tenido poco éxito, por cierto. Cebrián se plantea ahora vender El País SA -de ahí sus ofertas-, pero no otros activos rentables y en los que confía para salvar el grupo, como la Cadena Ser o Radio Caracol (en Colombia). El problema, insisto, es de liquidez, un problema por el que siempre ha atravesado, con distintas variantes, el Grupo Prisa. Es lo que provocó, en su última crisis, la incorporación a su accionariado, en julio de 2014, de Telefónica, y las entidades financieras Caixabank, Santander y HSBC (entre los cuatros suman un 30%). No tenían ninguna vocación de entrar en el grupo, pero no les quedó otro remedio para salvarse como acreedores. Y de paso, evitaban su quiebra. Los tres bancos controlan desde entonces casi una cuarta parte del Grupo Prisa, que no pudo recomprar los bonos, por valor de 434 millones de euros, con los que se había mantenido a flote en 2012. Según los acuerdos firmados ese año, si Prisa no pagaba, esos bonos se convertían en acciones. Destaca la participación del 9,5% del británico HSBC, tan conocido por sus trampas y multas. Fue ese mismo acuerdo el que obligó a Telefónica a mantenerse en el accionariado de Prisa, con el 7% del capital, y desembolsar 100 millones de euros. ¿Era su deseo? Por supuesto que no, al igual que para el resto tampoco. En plata, no tienen ninguna vocación de ser editores de prensa. Unos años antes, en 2010, el Grupo Prisa se entregó por igual motivo a Liberty, un fondo de fondos, que sólo fue un parche del que, a la postre, salió ganando Liberty, no Prisa. La conmoción en la redacción de El País era palpable y se enrareció todavía más cuando llegó un duro plan de ajuste (o sea, el dolorosos ERE con 129 despidos). "¿El mayor grupo de comunicación, el nuestro, en manos de un fondo buitre?" Con esas palabras me expresó su enojo uno de los directivos del periódico. Y es que los nuevos accionistas de Prisa, como ven, no se convierten en tales por cuestiones ideológicas, algo siempre recurrente en los medios de comunicación, sino por las urgencias para mantener a flote la embarcación. Por eso figuran en el accionariado lo mejor de cada casa, como quien dice. Todo por el arte de birlibirloque de su presidente, una de las encarnaciones más tópicas del pensamiento progre. La última sorpresa ha sido este año la entrada del sultán qatarí Al Hodaifi Al Kuwati, como segundo accionista (10%). ¡Qué cosas! Si don Jesús de Polanco lo viera le daba un pasmo. Del mismo modo que poco tiene que ver con la comunicación otro de los accionistas, el empresario mexicano de la construcción Roberto Alcántara, con un 9,5%. Eso sí, la familia Polanco controla todavía un 20%. Y a todo lo anterior se suma la inevitable crisis interna en el diario, que se ha sentido, como en el resto de la prensa, el mal momento del papel. El peaje ha sido muy fuerte, tanto en pérdida de lectores como en difusión. En el caso de El País, ese fue el motivo del relevo, en febrero de este año, en la dirección, encomendada a Antonio Caño. El diario se había dejado un 10% de lectores en 2014 y comenzaban a temblar  las estructuras sobre un modelo de negocio abocado a una profunda transformación para sobrevivir. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com