La Alianza de las Civilizaciones debe tener un papel más destacado, según Audrey Azoulay
José Luis Rodríguez Zapatero lanzó la Alianza de las Civilizaciones en 2004, una iniciativa que para muchos fue una mera ocurrencia para salir airoso de su visita a la ONU. Ocurrencia o no, lo cierto es que, según Juan Claudio Sanahuja, en la práctica fue “una estrategia para integrar a Turquía a la Unión Europea y dar otro hachazo a las raíces cristianas de Europa”. En su obra, Poder Global y Religión Universal, el experto en Nuevo Orden Mundial recuerda unas declaraciones muy significativas del primer ministro turco, Recep Tayyp Erdogan: “No se podía permitir que Europa fuera un club cristiano”.
Con estas premisas trabajaron los primeros copresidentes de la Alianza de las Civilizaciones, el turco Erdogan y el español Federico Mayor Zaragoza, hasta que en 2007 la ONU, bajo el mandato de Ban Ki-moon, hizo suya la iniciativa y nombró a Jorge Sampaio, Alto Representante de la ONU para la Alianza de las Civilizaciones. Recuerda Sanahuja que a Sampaio le sucedió, en septiembre de 2012, el catarí Nassir Abdulaziz AlNasser. ¿Comprenden? Catar al frente de la Alianza de las Civilizaciones. Otro ‘hito’ fue el apoyo de Mariano Rajoy a la iniciativa, en 2015, durante su intervención en Naciones Unidas.
No se podía permitir que Europa fuera un club cristiano
Dicho esto, la Alianza ha pasado años casi muerta o, al menos, “menos viva”, como ha reconocido este martes la secretaria general de la Unesco, Audrey Azoulay, durante el desayuno informativo organizado por Nueva Economía Forum. Pero tranquilos, porque la organización cuenta, desde el uno de enero, con Miguel Ángel Moratinos como presidente. “Hay que volver a lanzar la Alianza de las Civilizaciones y contamos mucho con Miguel Ángel”, ha señalado Azoulay con entusiasmo.
Por cierto, a Azoulay le preocupa mucho el impacto de la Inteligencia Artificial en la sociedad y, sobre todo, en la educación. Por eso, ha anunciado que la Unesco ha organizado un gran evento que se celebrará en marzo, en París, para establecer una ética global en este campo.