• Casualmente son las dos ciencias de moda.
  • La neurociencia nos asegura que el cerebro, esa cosa material, piensa.
  • Pero no hacen hombres-sólo-cerebro, miren por dónde.
  • La robotización nos promete que la máquina tendrá conciencia… o que ya lo tiene.
  • Y así es: tendrá la misma conciencia defectuosa del humano que creó la máquina. 
Habla un constructor de robots, quien nos explica que la próxima etapa es lograr que sus maquinistas tengan conciencia y sentimientos. Es decir, que aquello que fabrica, o vende, se convierta en persona. Vamos que nuestro comercial quiere ser dios, creador de seres racionales. Y es muy cierto: tendrá la misma conciencia defectuosa del humano que creó la máquina. Porque las máquinas copian la inteligencia del único ser creado racional y libre: el hombre. Pero, en el entretanto, juegan a ser dioses. Junto a la maquinización robótica, hay otros que juegan a ser dioses: los chicos de la neurociencia. Son aquellos que consideran que el cerebro piensa, aunque se cuidan mucho de no despojarle de todos sus órganos anexos para quedarse con el rey del cuerpo: el cerebro. Olvidan lo de siempre: que no podemos prescindir del espíritu por la sencilla razón de que alma es lo que les diferencia a ti de tu cadáver, incluidos el cadáver de los neurocientíficos. Al final, los robóticos y los neuras coinciden en lo mismo: ambos quieren ser como dioses. Eulogio López eulogio@hispanidad.com