El próximo día 18 de septiembre Marc Murtra cumplirá ocho meses al frente de Telefónica y todavía no está claro cuál es el rumbo de la compañía. Habrá que esperar al nuevo plan estratégico, cuya presentación se ha ido retrasando y actualmente está prevista para finales de noviembre. Veremos.
Lo que sí ha quedado patente durante estos ocho meses es la soledad de Murtra. El presidente ejecutivo -sí, ejecutivo- no ejerce como tal porque en la compañía gestiona el consejero delegado, Emilio Gayo, y manda Javier de Paz, presidente de Movistar+ y el consejero más antiguo de la multinacional: en diciembre cumplirá la mayoría de edad como vocal del consejo de administración. Ahí es nada.
Lo peor, no obstante, no es que no tenga mando en plaza, sino que le están segando el suelo. ¿Quiénes? El cuarteto zapaterista formado por: Marta Machicot, responsable de RRHH; Pablo de Carvajal, secretario general y del Consejo; y los precitados Gayo y De Paz. ¡Ah! y Eduardo Navarro, director de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad, que ha pasado de fiel defensor de Pallete a participar con entusiasmo en la campaña contra el expresidente.
El cuarteto zapaterista lo completan Marta Machicot y Pablo de Carvajal. ¡Ah! y Eduardo Navarro, que ha pasado de fiel defensor de Pallete a participar con entusiasmo en la campaña contra el expresidente
Un ejemplo: en marzo, Murtra fichó a Sofía Collado, hasta entonces responsable de Recursos Humanos en Indra y le nombró responsable de Telefónica Tech, la división que Gayo está liquidando a toda prisa. La aspiración de Murtra, en cualquier caso, es colocar a Collado como responsable de RRHH, puesto que ocupa Machicot, que ha sido punta de lanza de De Paz, Gayo y Navarro para la campaña contra Pallete… culpable de todos los males de la compañía.
Otro ejemplo de lo que estamos hablando es el empeño en comprar Vodafone España. La idea no es de Murtra sino de Gayo que, como apenas tiene predicamento en el exterior se dedica a enredar en España y no se le ha ocurrido nada mejor que comprar Vodafone al fondo Zegona, deuda incluida.
En definitiva, Murtra está cada vez más aislado. Tranquilos, a él tampoco le incomoda tanto la situación como para plantearse dimitir. La suya es una soledad no buscada ni deseada, pero irse para nada es tontería.











