El anuncio -miércoles tarde- de una junta extraordinaria para nombrar al nuevo consejo de administración animó la cotización de INDRA que este jueves subió más de un 5% (el Ibex lo hizo un 2,19%). El máximo órgano de gobierno de la compañía estará formado por 14 miembros de los que siete serán independientes -contengan la risa, por favor- y el presidente, Marc Murtra, seguirá siendo no ejecutivo, aunque no renuncia, ni mucho menos, a serlo en un futuro próximo.

Sea lo que fuere, ese no es el meollo de la cuestión. La clave del futuro de INDRA es el troceo de la compañía que está estudiando la SEPI, su máximo accionista (25,16%): por un lado, la división estratégica de Defensa y Transporte y, por otro, Minsait, la división que dirigía la cesada Cristina Ruiz.

El troceo tiene sentido. A nadie se le escapa la conveniencia de que una compañía dedicada a la Defensa sea pública, incluso al cien por cien. El resto de actividades, sin embargo, pueden y deben tener dueños privados. No nos olvidamos de la vasca ITP, tan deseada por el PNV, que podría integrarse en Defensa, previo pago de su importe, naturalmente.

A todo esto, por Madrid se extiende el rumor de que Pedro Sánchez quiere controlar INDRA para dar un pucherazo en las próximas elecciones generales. ¿Sería capaz de hacerlo? Recuerden que le expulsaron del PSOE por algo así en las primarias. Ahora bien, el recuento de unas elecciones generales es caza mayor y tiene unos controles mucho más férreos.

Este jueves, además, Vox pidió a la CNMV que investigue el caso de los consejeros cesados, “precisamente, los mismos que impidieron que su presidente, Marc Murtra, fuera nombrado presidente ejecutivo”, señaló la formación en la carta remitida al supervisor.

Lo que está claro es que todo esto es una gran chapuza por parte del Gobierno que, si lo que quiere es controlar la compañía, tendría que lanzar una Opa (a través de la SEPI, claro está). El problema es querer controlarla pero sin poner un euro, con artimañas como las que estamos viendo. Opa o troceo.