Que Pedro Sánchez reciba este lunes en La Moncloa a los hermanos Jokin e Ibon Aperribay, CEO y vicepresidente de SAPA, respectivamente, no es casual, ni mucho menos. Se produce en un momento crucial para Indra -poseen un 7,9% y Jokin es consejero-, presidida por Ángel Escribano y cuyo objetivo es la compra de EM&E, la empresa familiar que preside su hermano Javier.

Para entendernos, Indra está llamada a ser la compañía sobre la que gire toda la industria española de Defensa, pero lo cierto es que no ha comenzado bien y así se lo hizo saber la ministra de Defensa, Margarita Robles. Y para que quedara constancia del cabreo, el ministerio emitió un comunicado oficial en el mostró su “preocupación” por los retrasos en la entrega de los vehículos blindados 8x8.

¿Tienen Indra capacidad industrial para hacer frente a los pedidos? Esa es la gran pregunta y cuya respuesta está actualmente en el aire tras los retrasos aireados por Defensa, es decir, por el cliente.

La queja de Robles iba dirigida a Indra y afecta tanto a los Escribano como a los Aperribay, encargados de la transmisión del citado 8x8. La ministra está harta y si fuera por ella, el Gobierno ya habría nacionalizado Indra al cien por cien. No le falta razón: una empresa cuyo único cliente, por razones obvias, es el Estado, debería ser pública.

El caso es que Robles, ni se lleva bien con Manuel de la Rocha, director de la Oficina Económica de Moncloa y urdidor de la nueva Indra, ni confía en los Escribano. En paralelo, a los Aperribay les sentó muy mal que Ángel Escribano fuera el sucesor de Marc Murtra al frente de Indra.

A los Escribano, por su parte, les han entrado las prisas y buscan cerrar cuanto antes la operación abyecta, es decir, la compra de su empresa EM&E por Indra. Por un lado, la compañía continúa su escalada en bolsa -este lunes sube cerca de un 5% y ya ronda los 8.500 millones de capitalización bursátil, frente a los 3.000 millones de diciembre de 2024- escalada que perjudica el canje con EM&E que, conviene recordar, no cotiza en bolsa y cuya última valoración ronda los 2.000 millones de euros. Porque esa es otra: ¿Cómo es posible que una empresa que factura alrededor de 300 millones valga 2.000 millones?

Los Escribano necesitan cerrar cuanto antes la operación abyecta, al menos antes de que Robles se salga con la suya y nacionalice Indra. La ministra va por ahí poniendo como ejemplo de empresa pública a Navantia y a su presidente, Ricardo Domínguez, que amenazó con dimitir cuando los sindicatos protestaron por la compra de los astilleros de gran capacidad, en Reino Unido.

Dicho esto, la visita de los Aperribay a La Moncloa, visita anunciada en la agenda del presidente, es un toque de atención de Sánchez a los Escribano: no sois imprescindibles.