Antonio Garamendi se dispone a repetir al frente de la CEOE durante cuatro años más. A día de hoy -las elecciones se celebrarán la segunda semana de noviembre- cuenta con apoyos suficientes para ello, principalmente entre las grandes empresas.

Ahora bien, no todos los apoyos son iguales y Garamendi cuenta con cuatro de las empresas más importantes de nuestro país, que quieren, no solo que repita como presidente de la patronal, sino que sea reelegido por aclamación, sin oposición alguna. En definitiva, Iberdrola, Banco Santander, Telefónica y Mercadona no quieren que haya más candidatos y, de momento, lo están logrando a pesar del rechazo a algunas medidas tomadas por Garamendi. Por ejemplo, el fichaje a dedo de Fátima Báñez, en plena pandemia, para, en un principio, llevar a cabo labores no remuneradas en la Fundación CEOE, pero que luego se descubrió que cobraba 240.000 euros anuales, más que cuando era ministra de Empleo.

A pesar de ello y de la polémica firma de la reforma laboral de la comunista Yolanda Díaz, el presidente de la patronal aspira a ser aclamado el próximo noviembre. Porque un proceso electoral siempre conlleva un desgaste, incluso para el vencedor. No es lo mismo afrontar otros cuatro años de mandato tras salir reelegido por aclamación que afrontarlos tras constatar que un porcentaje de los miembros de la CEOE -aunque no fuera elevado- votaron por otro candidato.

Por cierto, Garamendi aprovechará su segunda presidencia para cambiar los estatutos, que limitan a dos los mandatos, y perpetuarse en el poder al frente de la patronal.

Sea como fuere y al margen de personalismos, lo que está sucediendo en la CEOE es la lucha entre lo grande y lo pequeño. Efectivamente, Garamendi defiende a la gran empresa, y viceversa. Pero, ¿qué sucede con las pymes y micro-pymes que constituyen, a fin de cuentas, el tejido empresarial de nuestro país?

Porque la batalla económica de nuestros días no es lo público frente a lo privado, sino lo pequeño frente a lo grande, aunque sea privado.