Sorprendente reportaje de El País el domingo y reiteración el lunes, sobre los salarios que cobran los Ceos y presidentes del Ibex 35. Cuando las grandes empresas protestaron ante el clan Oughourlian los nuevos dueños de El País redondearon el numerito con una nueva entrega: no quieres sopa…

Todo ello en medio del montaje anti-Faine (Caixa) y anti-Brufau (Repsol) de Moncloa. Recuerden que ha sido la Fiscalía pro-corrupción (perdón Anti-corrupción) quien denunció a los dos empresarios catalanes. En plata, que Moncloa quiere controlar Caixabank y Repsol y que Isidro Fainé y Antonio Brufau se marchen a su casa.

No en vano, Macarena Olona, de Vox, preguntaba a la vicepresidenta Yolanda Díaz que, si Moncloa realmente está contra los despidos masivos y los salarios abusivos, por qué no condicionaron la fusión Caixabank-Bankia a que no hubiera despidos masivos. Y tiene toda la razón. Yolanda Díaz, naturalmente, no respondió a los fascistas. Sólo para insultarles.

Podemos ya está en disolución y los indepes catalanes y vascos impulsan una nueva izquierda: la de Íñigo Errejón. El peligro de que El PSOE termine como el Pasok no es baladí, tras el 4-M

En cualquier caso, la noticia es que el Sanchismo se prepara para no terminar como la UCD, imagen por la que don Pedro siente verdadero pánico. Para ello pretende asaltar las empresas del Ibex, con la demagogia de los salarios. Por ejemplo, rasgándose las vestiduras porque José Ignacio Goirigolzarri vaya a cobrar 1,6 millones de euros como presidente de Caixabank, primer banco en España.

Pero ojo, no se trata de que se baje el sueldo, de otra forma, que lo diga su representante en el Consejo de Caixabank, que para algo debe servir su 16% en el capital.

De entrada, lo que pretende Moncloa es echar a Isidro Fainé como presidente de Criteria, primer accionista de Caixa, y a Antonio Brufau como presidente de Repsol. Para eso, ha utilizado a la Fiscalía pro-corrupción, perdón, Anticorrupción. 

Sí no olviden que fue la Fiscalía, o sea Moncloa, quien empitonó a Fainé y Brufau en el caso Villarejo… porque el Sanchismo quiere controlar Caixabank y Repsol. Después vendrá Telefónica, los dos grandes bancos: BBVA, Santander, e Iberdrola, cuyo presidente, Ignacio Galán, será todo lo verde que quiera pero acelera su presencia internacional como mecanismo de defensa. Si te quitan el poder en la esfera pública debes continuarla en la privada, donde hay que introducir a los tuyos cuanto antes.

Además, controlar o al menos influir en grandes empresas, de esas que cotizan en Bolsa y no tienen dueño, algo muy útil para mantenerse en el poder o para refugiarse tras perder el poder.

Es decir, primero para intentar permanecer en Moncloa pero, tras el 4-M, Sánchez teme muy seriamente acabar como la UCD y los socialistas veteranos temen aún que Sánchez se cargue el partido. El peligro de que el PSOE termine como el Pasok no es baladí, tras el 4-M, la noche triste del Sanchismo.  

Iván Redondo recrea la ‘beautiful people’ con la sanchista ‘smart people’. Para eso, necesita introducir a sanchistas de pro en el Ibex

No es una exageración. Podemos ya está en disolución y los catalanes y vascos impulsan una nueva izquierda: Errejón. Sí, así son las cosas. Sin mucho mérito por su parte, don Íñigo que estaba ligeramente muerto, resucita. Gabriel Rufián ya se lo espetó a Sánchez en la sesión de control del Gobierno del miércoles: le ha ganado “la izquierda de su izquierda” (no se asusten, en Rufián el estilo es el hombre y ni él sabe lo que realmente quiere decir). En cualquier caso, lo que quería decir es que la nueva izquierda de Mas País va a sustituir al PSOE como partido hegemónico de la izquierda.

O sea, que tenemos la nueva izquierda errejonista que no brama pero sí llora (en el entierro del venezolano Chávez, digo) y la ‘smart people’ de Iván Redondo, que sustituye a la ‘beautiful people’ de aquellos Mariano Rubio, Amusátegui y compañía (años 90).

Sí, el jefe de Gabinete presidencial pretende recrear la ‘beautiful people’ en la sanchista ‘smart people’, que rodee a Pedro Sánchez y le quite sus aristas más radicales. Por ejemplo, casi todas ellas.

Porque el fantasma de la debacle de UCD ha llegado al PSOE.