Los resultados del primer trimestre confirman el cambio de estrategia de Deutsche Bank iniciado por el consejero delegado, Christian Sewing, y que consiste en potenciar la banca de inversión frente a la banca doméstica. Una lástima, porque la primera es puramente especulativa mientras la segunda presta un servicio al bien común y colabora con el desarrollo de las economías particulares.

A Sewing esto le importa un higo mientras los resultados sean positivos y tenga contento al Consejo de Administración y a los accionistas, en ese orden. Y lo están: el primer banco alemán ganó 908 millones de euros hasta marzo y deja atrás las pérdidas de 43 millones del año anterior. Es el mejor resultado desde 2014.

La clave, lo hemos explicado antes, está en el negocio de banca de inversión, que aumentó los ingresos un 32%, hasta los 3.097 millones de euros. El segundo negocio más importante, el de banca privada, se mantuvo estable con unos ingresos de 2.178 millones, mientras el de gestión de activos se disparó un 23% y alcanzó los 637 millones. En el lado opuesto, las ventas de banca corporativa descendieron un 1% y no superaron los 1.313 millones.