La Junta de Accionistas de Abengoa, celebrada este martes en Sevilla, ha puesto de manifiesto que la empresa que preside Gonzalo Urquijo hace lo que puede y no tanto lo que quiere tras lograr, eso sí, cerrar la refinanciación que asegura su futuro. “Las nuevas líneas de avales obtenidas van a permitir a Abengoa seguir ofertando proyectos de ingeniería y construcción tal y como ha hecho en el 2018, año en el que se han conseguido importantes adjudicaciones, alcanzando una cartera de proyectos adjudicados de 1.775 M€ a cierre de 2018 y que actualmente roza los 1.900 M€”, señala el comunicado remitido por la compañía.

Ese es el quid de la cuestión. En su día, Abengoa despuntó por la energía termosolar, una tecnología que Zapatero impulsó con subvenciones millonarias, superiores incluso a las del resto de energías verdes, pero a la que la reforma Soria puso coto. Y menos mal que lo hizo: estaban comprometidos miles de millones de euros para los próximos 75 años a pesar de que, en su día, fue una alternativa fallida por la que ni los más verdes habían apostado. Por ejemplo, el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán.

En el horizonte, el saneamiento definitivo de la compañía, previsto para diciembre 2023

Sea como fuere, Abengoa vuelve a desarrollar el negocio termosolar, eso sí, fuera de España, concretamente en Dubai, y el de la desalación por ósmosis, también en el exterior. Los nuevos proyectos se suman a los finalizados durante 2018, como la famosa planta de cogeneración A3T en México, o la electrificación del AVE Meca-Medina.

Efectivamente, Abengoa entra en una nueva era, pero hace lo que puede y no tanto lo que quiere. Y en el horizonte, el saneamiento definitivo de la compañía, previsto para diciembre 2023, que es la fecha tope para la conversión de los 1.423 millones de euros en bonos emitidos en marzo de este año. Esa es la clave: lograr ingresos suficientes para hacer frente a los intereses de la deuda y, además, vender activos a buen precio para culminar el proceso dentro de cinco años.