“La eficacia de un gobierno es directamente proporcional al espacio que, en la mesa donde se reúne el Consejo de Ministros, existe entre los codos de cada uno de los miembros del Gabinete”. Si se cumple la Ley de Parkinson, y siempre se cumple, no auguro un gran futuro al nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, que contará con 23 miembros. Van a estar muy apretados y el esfuerzo por no alargar los codos puede producir serias diferencias políticas e indeseables trifulcas ideológicas. Además, podría darse el caso -esperemos que no- de que algún decreto no viera la luz por la irritación producida por un alerón en mal estado higiénico.

También cabe la posibilidad de alargar la ya inmensa mesa sobre la que sesiona el Consejo, aunque seguramente habría que trasladar la sesión al salón de columnas.

Al grito de “hay que ser ministro… aunque sea de Marina” se ha forjado un megagobierno de 23 departamentos. Un Ejecutivo perfecto… para Pedro Sánchez

En cualquier caso, Pedro Sánchez, el hombre en el que cabe todo, ha hecho un Gobierno a su medida: en él caben feministas, socialistas, capitalista, ecologista, animalistas, feministas, LGTB y, probablemente, algún vegetariano.

Y todo ello, a su vez, cabe en Pedro Sánchez, el hombre que ha superado el principio de contradicción, dejando al tal Aristóteles como un personaje francamente anticuado.

Dolores Delgado cesa: ahora le recuerdan lo de “maricón”, dirigido a Marlaska, que sí continúa

Novedades: José Luis Escrivá estará al frente del ministerio fraccionado de Trabajo y que llevará Seguridad Social, Inclusión y Migraciones. Sale Magdalena Valerio que todo lo hace bien según ella, pero que no gusta ni a los sindicatos a los que alaba ni a los empresarios a los que critica. Y Octavio Granados, que hasta ahora era secretario de Estado de Seguridad Social paga cara su sinceridad: no es ascendido a ministro. 

Escrivá era el topo, según el PP, al que Cristóbal Montoro convirtió en director de la AIReF, agencia encargada de vigilar al Gobierno. Se quedó con los socialistas y a partir de entonces fue más bonancible en sus juicios. Incluso rebajó el tono con las pensiones… que será el miura que ahora debe torear.

Magdalena Valerio, mucho hablar y poco hacer, otra cesada

Arancha González Laya, de la agencia de desarrollo de Naciones Unidas… ¡ay madre!, se planta en Madrid como sustituta de Josep Borrell al frente de Exteriores. Es una experta en comercio internacional pero desde la óptica de Naciones Unidas. Ya saben: el globalismo lo arregla todo y, en segundo lugar, para una sana economía mundial lo que hay que hacer es que no aumente mucho la población, sobre todo en los países pobres.

Salvador Illa, el chico de Miquel Iceta, será el nuevo ministro de sanidad. Esto demuestra que el PSC es muy importante para Sánchez… pues su cuota va a la tontuna del Ministerio de Sanidad.

Escrivá, el traidor que introdujo Montoro. Un técnico que vale para todo, para lo más difícil: las pensiones. Y Granados paga cara su sinceridad

Punto importante: sale Dolores Delgado. En su momento Sánchez no podía permitir una tercera dimisión en su Gobierno cuando se filtró que Lola Delgado había calificado de “maricón” a su compañero de Gabinete, Fernando Marlaska. Ella pensaba que iba a seguir, pero no.

Por último, nueve sillas más en la mesa del Consejo en este Gobierno Sánchez que en el Gobierno Rajoy. Para que luego digan que la izquierda no sabe crear empleo.