Ya no sólo es Hispanidad, a quien calificaban de exagerado… aunque reconozco que no es la primera vez. Ahora son medios católicos y ‘laicos’ quienes ya hablan de cisma. Y no de origen desconocido o indefinido, sino muy concreto: cisma alemán.

El sínodo de la Iglesia alemana y la actitud montaraz, luterana, de hasta demasiados prelados alemanes, entre ellos el cardenal-arzobispo de Munich, Reinhard Marx, ha forzado al Papa Francisco a enviar una carta a los obispos alemanes en demanda de cordura.

Los obispos teutones quieren terminar con la ‘teología del cuerpo’ de San Juan Pablo II, que se resume en seis palabras: el sexo es donación y procreación

El problema alemán -la jerarquía alemana tiene ese problema, que es alemana- es que en todo sajón anida un nazi y un Lutero. Por luterano, tiende al cisma, a la herejía, a la desobediencia. Por nazi, tiene a sentirse superior, también en la Iglesia, porque ya se sabe que el Vaticano no es un organismo tan limpio, pulido y avanzado como Berlín.

Ya saben, cómo definió Chesterton a Los sajones: bárbaros tecnológicamente avanzados. Cuando el nazi que lleva dentro se dispara, el alemán concluye que hay que exterminar a otras razas. Cuando no se dispara, cuando sólo está latente, el alemán concluye que debe educar y ayudar a los inferiores, que son todos los demás. Y entre los demás, está la Iglesia de Roma, que no deja de ser un obispo más, no sé si saben.

En cualquier caso, El cardenal arzobispo de Munich, Reinhard Marx –y no es el más centrífugo de los prelados alemanes-, unido a otros obispos teutones, ha emprendido una carrera por ver quién es más moderno y más progre. Y ya saben: todavía hay algo más tonto que un obrero de derechas: un hombre feminista, pero todavía hay algo incluso más tonto que un varón feminista: un cura progresista. Ese ya es tonto insuperable, macizo.

En todo sajón anida un nazi y un Lutero. No les basta con discrepar, tiene que imponer su discrepancia a toda la Iglesia

Pues bien, en Teutonia, lo de la pederastia clerical es una excusa de cierta parte del episcopado alemán para aplicar el sapientísimo criterio acerca de cómo luchar contra el robo: promulgando que los robos pequeños sean hurtos y que los robos grandes vengan acompañados de un montón de atenuantes.

En concreto, ante el “trauma” -como gusta repetir la prensa progre- de los casos de pederastia clerical alemana, como siempre muy inferior a la pederastia laical alemana, alguien ha lanzado, en el Sínodo de la Iglesia sajna –a partir de ahora, el puñetero sínodo- unas soluciones innovadoras para luchar contra la lacra. A saber: fornicar más y mejor, cargarse el celibato sacerdotal y promocionar los actos homosexuales. Vamos, cambiar toda la teología del cuerpo que certificó y condensó San Juan Pablo II y que puede resumirse en estas seis palabras: el sexo es donación y procreación, más aquel añadido wojtiliano de en las relaciones sexuales hay otra persona “que no quiere que le hagan daño”.

En Alemania hablan ya de adaptar la doctrina del Magisterio sobre el sexo. Es decir, aluden a un cisma en toda regla.

Por eso, el Papa Francisco les advierte mediante una carta fraternal. Yo les habría enviado a un grupo de profesionales de los que no dejan huella. Pero claro, por eso Francisco es Papa y yo no he llegado ni a diácono: me he quedado en periodista. Me someto al superior criterio del Pontífice pero, ante la gravedad de la situación en Germania, qué quieren que les diga: me quedo con las ganas.