La venta por Iberdrola de su planta termosolar de Puertollano (Ciudad Real) a Ence por 181,1 millones tiene más ecos que la operación en sí, a la luz de la amistad que une al presidente de Ence, Juan Luis Aguirre, y al de la eléctrica, Ignacio Galán. Entran, en consecuencia, dos planos, el empresarial y el humano, que siempre juegan a favor en cualquier tipo de negociación.

Ence ha adquirido, en concreto, el 90% de la termosolar de 50 megavatios, pendiente de que IDEA (10%) renuncie a su derecho de adquisición preferente. Para la papelera es una buena opción (una aportación al Ebitda de 18 millones), sobre todo porque la planta está pegada a la de biomasa (46 Mw) que está construyendo desde abril en Puertollano, con una inversión de 115 millones. Esa circunstancia abre la posibilidad de hibridar las dos instalaciones para convertirlas en un activo renovable gestionable (hasta ahora no lo era porque sólo genera energía durante las horas con sol).

Juan Luis Aguirre fue consejero de Iberdrola entre 1993 y 2010, y vicepresidente, y echó un cable a Galán ante Florentino

Ence, con Aguirre, ha sido artífice de inversiones en generación con biomasa, pero da ahora el primer salto hacia la diversificación a otras tecnologías renovables. Para Iberdrola, en cambio, es una desinversión más, dentro de su plan de rotación de activos (por 3.000 millones), como en Reino Unido.

El otro aspecto, el humano, está en la gran amistad de Galán y Aguirre, con un recorrido muy amplio, dentro y fuera de Iberdrola. Aguirre, de hecho, fue consejero de la eléctrica entre 1993 y 2010, ocupó la vicepresidente y ha sido uno de los históricos accionistas individuales (2%). Además, tanto el presidente de la eléctrica como el millonario vasco tienen las fincas de caza pegadas en Ciudad Rodrigo (Salamanca), una afición que también les une.

La compra beneficia a Ence: da el primer salto a la diversificación en renovables y convierte su activo en gestionable

No solo eso. Aguirre ha apoyado a Galán en los momentos duros. Se centró en Ence cuando dejó Iberdrola, en 2010, para evitar un conflicto de intereses. Es cierto que se sentaban en el mismo consejo, pero representaban a negocios competidores -la papelera iniciaba entonces su apuesta por el biogás-, pero con su renuncia al cargo también bloqueó la entrada de un consejero afín al presidente de ACS, Florentino Pérez. ACS  era entonces la mayor accionista de la eléctrica, con disputa incluida por el control.

Fue todo un gesto, que Iberdrola explicó, en un comunicado de entonces, como un abandono para “cortar de raíz las especulaciones de conflicto de interés”. Aguirre, por su parte, señaló que seguiría “siendo leal a Iberdrola, a su presidente y su proyecto”, Así a  industrial del grupo, y que siente un "cierto orgullo" de haber podido contribuir al sido.