Cumbre de la OTAN en Bruselas. Y luego, para cerrar la ecuación, el presidente norteamericano Donald Trump viaja a Helsinki para encontrase con Vladimir Putin en la eterna neutralidad gélida de Finlandia.

El presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, suplica a Trump que vea en Europa a su verdadero aliado.

El problema es que, con todos sus defectos, Trump ha devuelto la sensatez a los norteamericanos. Sensatez, en el día de hoy, supone no tener que demostrar de continuo que la hierba es verde. Sensatez es la condición de quien está convencido de que existe la verdad y la mentira y de que existe el bien y el mal. En este punto es donde coinciden Trump y Putin y donde no coincide una Unión Europea que, con tanto relativismo y tanta ideología de género –sobre todo feminismo y homosexualismo- exhala un intenso olor a decadencia y a podredumbre.

Donald Tusk pide el rearme de Europa. El militar, no el moral, que es el más importante

Y así, Trump deberá elegir como aliados a Bruselas o a Moscú. Y es que Europa se niega a rearmarse –es muy pacifista- pero exige a Estados Unidos que le siga defendiendo, que continúe sosteniendo el ejército más poderoso del mundo, con el que proteger a Europa… mientras los europeos tildan a EEUU de militarista y fascista. Las palabras del presidente español Pedro Sánchez, asegurando, como gran apuesta progre contra el fascista Trump, que España no iba a aumentar su gasto en defensa, constituye la mejor prueba del problema.

Encima, Trump necesita que Putin, que no es Teresa de Calcuta pero al menos cree en algo, no se acerque a China ante el acoso europeo a Rusia. Una alianza entre Moscú y Pekín, que ya está en marcha, sería la peor noticia para Occidente.

Otro punto de tensión: los musulmanes pretenden apoderarse de la Europa

En el entretanto, los musulmanes han olido la decadencia de Europa y se preparan para su conquista pacífica, dado que siempre han fracasado en la conquista militar. No se trata de una conspiración, sino de un consenso. No se trata de una maniobra con una cabeza rectora, sino de la constatación cotidiana de que ellos, los mahometanos, sí creen en algo, mientras Europa no cree en nada.

En definitiva, en esta Cumbe de la OTAN y en su posterior entrevista con Putin, deberá elegir entre lo sólido y lo gaseoso. El problema es que la gaseosa Unión Europea es su aliado natural. Pero, ¿quién quiere aliarse con una bebida sin cuerpo? Porque Putin y Trump sí creen en algo, al igual que el islam. Bueno o malo es otra cuestión, ulterior. Ahora bien, ¿en que cree Europa desde que abandonó a Cristo?