El coronavirus no sólo ha provocado una emergencia sanitaria de elevadas magnitudes y que se decretara el estado de alarma, sino que tendrá un impacto económico difícil de cuantificar y del que los primeros cálculos no son nada halagüeños. El sector aeronáutico será uno de los grandes perjudicados y puede restar 45.000 millones de euros al PIB español, lo que supone cerca de un 4,5%, y pone en peligro 750.000 empleos.

Así lo ha advertido la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), que ha estimado un descenso de los ingresos de 11.000 millones y casi 94 millones de pasajeros menos. Un descenso en el tráfico aéreo que ya se ha empezado a notar, pues ha caído un 45,5% hasta el 24 de marzo, y concretamente, se ha desplomado cerca de un 97% sólo ese día, respecto a los mismos periodos del año anterior, según datos de AENA. “Tendencia crecientemente negativa en la evolución del tráfico”, como señaló en un hecho relevante remitido en la tarde del jueves a la CNMV, y que irá a más, porque prácticamente sólo hay vuelos de repatriación de españoles y de transporte de material sanitario.

El gestor aeroportuario ya se está preparando, como se puede comprobar en el citado hecho relevante (ver documento adjunto), ha anunciado la reorganización de sus instalaciones aeroportuarias. Asimismo, ha puesto en marcha un plan de reducción de salidas de caja a un promedio de menos de 43 millones mensuales y ha paralizado su programa de inversiones. Además, ha desconvocado la Junta de Accionistas, que se había fechado para el 31 de marzo o el 1 de abril.