Consejo de Ministros del 21 de septiembre de 2018. Doña Isabel Celaá nos informa de que el presidente viajará a Estados Unidos y Canadá, pero como el primer destino es Nueva York, no podrá verse con Donald Trump, sino con los chicos de la ONU, donde seguro que será muy bien recibido.

Aforamientos. Chocolate del loro, pero a este Gobierno le encanta el chocolate del loro. Debe tratarse de un cacao muy dulzón, dado que cambia poco, pero exige mucho. De hecho, no cambia nada porque los aforados no tienen barra libre: simplemente son juzgados por el Supremo. Además, abarca solo a los políticos de la administración central. Pero exige mucho: exige modificar la Constitución. Nada menos, un melón que, a lo mejor, en el momento actual no convendría abrir. Pero así no se habla de la tesis de Sánchez.

Según el Gobierno había una gran demanda social para suprimir los aforamientos. ¿Sabían? 

Se estrena Pedro Duque ante los periodistas. No cabe duda: nuestro astronauta continúa en el espacio, lo cual es una suerte para el presidente del Gobierno, porque si también su condición de astronauta hubiera sido una exageración en su currículo, como el del amigo Iván… bueno, no sé lo que podría pasar. Duque nos explica un plan de ayuda a la investigación que, sinceramente, no he logrado entender.  

Me duele decir esto porque el ministro de Universidades es la antítesis de su presidente. Es decir, un tipo tratable, nada altanero. Ahora bien, cuando explica la relación entre innovación, universidad, ayudas sociales y calidad de vida de los ciudadanos “todo enormemente imbricado” … bueno, es como la finca en Extremadura: manifiestamente mejorable.

Volvamos a la portavoz: desaforamientos. Según Isabel Celaá, existía ‘una gran demanda social’ para suprimir este ‘privilegio’. Y eso que la inmensa mayoría de los españoles nos hemos enterado de lo que es un aforamiento político mismamente ayer.

Se estrena Pedro Duque: sí, ha estado en el espacio y aún permanece allí

Como éramos pocos, la abuela se dedica a coquetear. Y entonces va Podemos, campeón de los toca-esfínteres y dice que el rey también debe desaforarse. Lo que nos íbamos a gastar todos los españoles en abogados para Zarzuela. El rey recibiría media docena de querellas por día pero eso sí, Celaá no entra en la cuestión de fondo: es decir, que el Jefe del Estado tiene todo el derecho y debe ser inviolable porque es la máxima autoridad del país. Pero claro, no hay que irritar a Podemos.

Y entonces llegó lo mejor. Nuestro astuto secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, le da la palabra al defensor de las putas. Es decir, al corresponsal de una cadena de TV holandesa muy preocupado porque el Gobierno PSOE no quiera legalizar la prostitución, algo muy normal en Holanda, cima del progresismo europeo, amén de paraíso fiscal.

Y más: el rey será inviolable porque cambiar esa condición es muy complejo

Celaá asegura que sí, que el gobierno es feminista pero no putero, algo incomprensible para el colega holandés uno de esos varones feministas que supongo unen la mujer liberada a la mujer fácil.

Cosa presuntamente normal: estamos ante un Gobierno feminista pero no putero, que está en contra de legalizar el trabajo del sexo. No lo aprobamos. Quizás en Holanda. No queremos aprobar ningún sindicato de trabajadoras del sexo.

¿Y saben una cosa? El degeneradillo colega holandés tiene razón. Las feministas consideran que el sexo no tiene nada que ver, ni con el amor -que para el feminismo el sexo es pura sumisión- ni con la procreación, que es sometimiento de la mujer. Lo único que importa en el sexo es el libre consentimiento. Y entonces, ¿por qué prohibir que alguien quiera cobrar por ello?