Al sacerdote Santiago Martín hay que seguirle con atención. En este instante, verbigracia, porque ha lanzado un vídeo, como siempre definitivo, sobre el asunto Biden y la comunión, tras la desesperante reunión del presidente norteamericano, uno de nuestros peores ciudadanos, con el Papa Francisco.

Ya expliqué que sigo sin creerme que el Papa le dijera lo que Biden dijo que le dijo: que era un buen cristiano y que siguiera comulgando, pero esta no es la cuestión. 

Y así, Santiago Martín no entra en la desautorización del Papa a los obispos norteamericanos que pretendían negar la comunión a un personaje tan abyecto y miserable como Joe Biden. Podría desacreditar al Pontífice y eso es algo que ni Santiago Martín ni el abajofirmante deseamos. 

Ahora bien, tirando por elevación, Martín viene a decirnos que está muy bien exigir coherencia a los mandatarios, y viene a recordar lo evidente: para comulgar la primera condición es estar en gracia de Dios

Y ahí ataca: asegura que en Estados Unidos el horario de confesión es los sábados, en pocas iglesias, de 5 a 6 de la tarde. Algo así como preguntar: oiga, está bien que exijan ustedes coherencia a Biden e incluso -yo soy partidario- le nieguen la comunión a un católico que se ha convertido en el principal adalid del aborto en todo el mundo. 

Pero sí, es necesario, cada día más, que los confesionarios dejen de criar telarañas y que los sacerdotes pasen muchas horas, no minutos, dentro de ellos. Porque sin la confesión no hay vida interior. Bueno, salvo algunos que, como no pecamos casi nunca, no necesitamos acudir al sacramento de la Penitencia salvo una vez al año, en peligro de muerte o si hemos de comulgar. Pero salvo Joe Biden y Eulogio López todos los demás sí que deben confesarse frecuentemente. 

Para ello, necesitan un cura que les confiese. Algo cada vez más difícil de conseguir por dos razones: por falta de curas y por falta de confesores.

Muy bien don Santiago Martín... pero ese no es el problema Biden.