"El carbón es un combustible fósil y, por tanto, darlo a los niños significa que los adultos están siendo los traviesos. Tenemos que ser amables con el mundo", concluyen su sesudo y científico artículo
Si en España nuestro querido y necesario ministro Garzón se gasta 123.000 euros para que los padres no compren “juguetes sexistas”, en Reino Unido no se quedan atrás. En esta ocasión no ha sido un ministro británico como en el caso español, sino una pediatra llamada Tamsin Holland en la revista 'The BMJ'. En un artículo ha estudiado el "impacto negativo" de regalar carbón dulce a los niños en navidad: es contaminante y malo para la salud, física y mental, de los infantes.
Holland dice que sabe que el carbón es un "regalo" clásico de los Reyes y Papá Noel para los niños que no se han portado bien, sin embargo sostiene que esta tradición es "anticuada y potencialmente perjudicial" y que debería terminarse con ella.
Ojo que Holland no lo dice porque sí, sino porque, lo primero de todo, es contaminante: recuerda que la quema de este combustible fósil no renovable solo colabora para agravar la crisis climática, además su impacto en la calidad del aire también es perjudicial para la salud de los niños: "Sería bueno, por el amor de Dios, que el carbón se dejara bajo tierra".
Por otro lado, también sostiene que el carbón es malo para la salud mental de los niños, y es que el Covid, la guerra y la emergencia climática han hecho que la ansiedad aumente en la sociedad, por lo que proponen fomentar las amistades, ya que "podría combatir la ansiedad" mejor que el cásico carbón.
Por supuesto, no nos podemos olvidar de que se trata de un castigo para los niños que no han sido buenos, por lo que abogan por recompesar el "mal comportamiento" al estilo Greta Thunberg, citándola dice que los niños "no pueden salvar el mundo siguiendo las reglas": dicho en otras palabras, que si el niño se salta las normas y se porta mal es por salvar el planeta, por lo que entonces el niño es bueno, no malo.
"El carbón es un combustible fósil y, por tanto, darlo a los niños significa que los adultos están siendo los traviesos. Tenemos que ser amables con el mundo", concluyen su sesudo y científico artículo.
Por lo que Holland da alternativas, sugiere "regalos reciclados, alimentos vegetales, paseos por la naturaleza, novelas inspiradoras o incluso un insecto palo". Señora Holland, ¿y por qué no regalarles simplemente un palo, a secas? Verá qué ilusión les hace.