A Paredes le ha salido el catedrático de Historia que lleva dentro y ha aprovechado a la admirable Sor Patrocinio, la monja de las llagas, para realizar el mejor libro que servidor ha leído
El historiador Javier Paredes no ha hecho la mejor biografía, que también, sobre un personaje español del siglo XIX, Sor Patrocinio (1811-1891), olvidado porque resultaba demasiado pío y los españoles somos el pueblo católico más idiota del Europa: el que se avergüenza de la fe de sus muertos, que es la que les ha dado la vida.
No, a Paredes le ha salido el catedrático de Historia que lleva dentro y ha aprovechado a la admirable Sor Patrocinio, la monja de las llagas, para realizar el mejor libro que servidor ha leído, y he leído unos cuantos, sobre la historia de España en el siglo XIX.
Con las vidas extraordinarias el peligro no está en los no creyentes que niegan los hechos porque no se han preocupado de verlos. El problema está en los católicos que se niegan a mirar... que siempre es mejor la frialdad que la tibieza
Ha escrito una biografía que pasa por encima del catálogo habitual de personas y periodos, es decir, por encima de esa lacra del historiador de nómina -perdón, profesional- y nos explica el verdadero significado de los ‘ismos’, de las ideologías y de los pensamientos imperantes en aquella dramática centuria, la de 1900-2000, a través de la historia de un personaje que cubre todo el siglo (1811-1891). Sor Patrocinio era una religiosa humilde pero excepcional, que se enfrentó a lo más demoníaco de aquel siglo clave de la modernidad, donde se cuajan todas las ideas que nos llevan al siglo XXI, del ciclo final, pasando por el siglo XX de los totalitarismos.
Sí, fue la religiosa concepcionista de las llagas, el personaje más calumniado por la prensa negra -progre- de la época. Recibió, como el Padre Pío recibiría en el siglo XX, los estigmas de la Pasión de Cristo, en cabeza, costado, manos y pies.
De paso, sufrió la ‘contradicción de los buenos’, la persecución de mucho cura envidioso y la del peligroso ministro Salustiano Olózaga, el progre-putero que se prendó de Sor Patrocinio y cuyo rechazo jamás soportó, así que se dedicó a perseguirla.
Un clérigo le recomendó a un estudioso de Sor Patrocinio: “Omita las cosas "raritas"”
Lo hizo con legitimidad democrática, por supuesto. Es decir, aprovechándose de su poder político y Olózaga se sirvió, cómo no, de los que Paredes califica como cristianos moderaditos, católicos practicantes, sí, pero que no pueden admitir una cosa tan “rara” como que Dios elija a algunas almas para hacerles el honor de que sufran los estigmas de su dolorosa Pasión. Eso ya es demasiado y, por tanto, incluso con aquellos que desprestigian a estas almas, máxime en un país como España, siempre regido por la envidiosa soberbia moral: ¿Acaso se ha creído ese que es mejor que yo? Son esos mismos críticos cristianos, que existieron en el siglo XIX y permanecen hoy, en el XXI, siempre empeñados en buscar razones ocultas cuando contemplan la excelencia -la santidad- que ellos no pueden ni plantearse.
Recuerde: con las vidas extraordinarias el peligro no está en los no creyentes que niegan los hechos porque no se han preocupado de verlos. El problema está en los católicos que se niegan a mirar... porque siempre es mejor la frialdad que la tibieza.
Sin embargo, las pruebas de ADN solicitadas por Javier Paredes demuestran, científicamente, que las llagas de Sor Patrocinio eran verdad
Eso ha ocurrido siempre y ocurre ahora: un clérigo le recomendó a un estudioso de Sor Patrocinio: “Omita las cosas "raritas"”.
Sin embargo, las pruebas de ADN solicitadas por Javier Paredes demuestran, científicamente, que las llagas de Sor Patrocinio eran verdad.
La historia es la historia de la libertad, gusta repetir el autor de este libro, esa libertad que Dios ha entregado al hombre, y Sor Patrocinio escogió la libertad de los hijos de Dios. Además, como decía Chesterton, todas las guerras son guerras de religión, porque los hombres, seres presuntamente racionales, se distinguen por su pensamiento, que defienden con denuedo, su pensamiento por sus convicciones, y sus convicciones se distinguen por su credo religioso.
Gracias a la Biografía de Sor Patrocinio, una religiosa concepcionista que vivió, repito, entre 1811 y 1891, servidor se ha enterado, de una vez, de lo que significó la España de entonces, preludio de la actual, dividida entre negros y blancos, entre izquierdas y derechas -términos aún incipientes en tiempos de Sor Patrocinio-, entre creyentes y agnósticos y hasta entre relativistas y sensatos; hoy diríamos entre progres y católicos.
Es decir, me he enterado de por qué acabamos en la Guerra Civil de 1936 y por qué en el siglo XXI se acabó la Edad Contemporánea en España para entrar de lleno en la era de la Blasfemia contra el Espíritu Santo, la suprema inversión de valores de toda la historia, nuestro mundo de ahora mismo.
Salustiano Olózaga, el enamorado pero pervertido perseguidor de Sor Patrocinio, se sirvió de cristianos moderaditos, católicos practicantes, sí, pero que no pueden admitir una cosa tan “rara” como que Dios elija a algunas almas para hacerles el honor de que sufran los estigmas de su dolorosa Pasión. ¿Demasiado, no?
Recuerden el principio de Peter “o por qué las cosas van siempre mal”. Pues en el siglo XXI las cosas van siempre mal porque impera esa Blasfemia contra el Espíritu Santo. No diré “Espíritu” sin apellido, para no confundir más de lo debido, como hacen algunos padres sinodales.
Posdata: encima, el libro es muy divertido porque la vida de Sor Patrocinio no sólo es la vida de una santa, sino una aventura. Si quiere usted conocer el siglo XIX, parte del siglo XX y algo del siglo actual lea esta obra definitiva, no sólo de Patrocinio, sino de la historia actual de España, aquí tiene el instrumento.
Para enterarse de quiénes somos lo mejor es averiguar de dónde venimos. De saber hacia dónde vamos no se ocupan los historiadores pero recuerden que el futuro no es más que una prolongación del presente, y en el presente sí que somos libres... a pesar de Sánchez.
Sor Patrocinio es la monja de las llagas, sí pero de las llagas de Cristo que redimieron al género humano. Ya saben: hay dos sexos -varón y mujer- y un sólo género: el género humano.