Lo dicen todos los pinchauvas que en el mundo han sido pero también Frank Sinatra en su espléndida canción 'A mi manera': "Yo no me arrepiento de nada"

Y esto es, en pocas palabras, por lo que las cosas van siempre mal y por que si se hiciera una encuesta, mucho me temo que la mayoría de la gente, al menos si no le asusta la cámara que tiene delante, si tiene una cámara delante, acabará concluyendo que la humanidad no atraviesa su mejor momento. A lo mejor es por el coronavirus pero me temo que la conclusión puede referirse a algo mucho más amplio.

Ya hemos dicho que el principio general en esta cuestión es que no puede haber paz sin justicia, que no hay justicia sin perdón y que el perdón de poco vale sin el arrepentimiento. Entre otras cosas, porque el perdón es para quien lo pide.

Decía el gran Lope de Vega, que de ascensos y caídas, de pecados y arrepentimiento mucho sabía, todo esto: 

Cuando niño os contemplaba, 

niño en brazos de María 

y en su divina alegría 

tiernamente me gozaba. 

 

Más hombre, y hombre tan malo, 

que no hacéis ley que no quiebre, 

¡Ya no os busco en el pesebre 

sino clavado en un palo!

El gran Lope de Vega, el hombre que abandonó su vida de fe un par de veces porque bajó la mirada del Cielo a la tierra, y descubrió una criatura humana formidable, conocida como mujer, sexo femenino, para ser exactos, seguramente se arrepintió de otras muchas cosas a lo largo su vida, no sólo de la que afectaban al sexto y noveno mandamiento. Y como era un genio de la poesía, versificó su arrepentimiento y de paso nos lo describió para nosotros.  

Digo, porque quien asegura que no se arrepiente de nada, no puede cambiar. Y si no hay cambio, tampoco hay progreso.

Y lo más grave de todo: si no hay progreso... No se puede ser progresista! ¡Qué horror!

Quiero decir que Lope de Vega no tiene nada que ver con don Fernando Grande-Marlaska, quien en una de sus geniales meteduras de pata, aseguró aquello de que rectificar sí pero arrepentirse jamás: ¡Prrrr!, ¡Prrrr! ¡Prrrr!

Sin dolor de los pecados y sin propósito de la enmienda no hay nada que hacer. En la vida sobrenatural no en la civil. En la militar creo que tampoco. Razón tenía el Papa Francisco cuando resumía la vida en tres palabras: por favor, perdón y gracias.

Tareas pendientes para el siglo XXI, en la teoría y en la práctica: el perdón y el arrepentimiento.