No podemos permitir que nuestra capacidad de sorpresa, de admiración, se colapse ante la permanente catarata de absurdos ideológicos, ocurrencias políticas y baratijas dialécticas de líderes de todo tipo. Lo digo, porque es precisamente la capacidad de asombro lo que a los niños les hace crecer día a día, más aún, lo que al ser humano le ha hecho llegar al siglo XXI.

Digo esto porque desde las instituciones gubernamentales quieren dar continuidad a la crisis intelectual que desde hace décadas se viene cocinando en la sociedad. Sin duda, parece que se consolida con la nueva ley de educación, LOMLOE, que una vez más se perpetra desde la hegemonía del poder donde habitualmente se olvidan del bien común y siguen los pasos de la ideologización de la sociedad, que es al fin y al cabo el reto de la batalla culturalque realmente consiste en la deconstrucción sociocultural.

La formación de la conciencia moral o la ética, a cambio del adoctrinamiento sostenido solo en el andamiaje de lo legal,

En realidad, desde los inicios de la democracia, se ha desencaminado la formación de la conciencia moral o la ética, a cambio del adoctrinamiento sostenido solo en el andamiaje de lo legal, que realmente atenta a la libertad del ser humano porque sin formación no hay conocimiento, y por lo tanto no hay capacidad de elección entre lo bueno y lo malo, que es donde radica la verdadera libertad. Somos animalitos reconducidos constantemente por multas, amenazas de cárcel o la negación de ciertos derechos. Los gobiernos de los últimos presidentes, como ahora el gobierno de Pedro Sánchez, no desea formar sociedades responsables, es decir, individuos maduros dispuestos a asumir las consecuencias.

Todo está alineado con las tesis rousseaunianas, donde al individuo se le contempla como algo perfecto. Un ser de luz que no necesita un educador que le marque el paso y le dé la instrucción necesaria para ser útil a sí mismo y a la sociedad. Hoy los niños, por lo visto, solo requieren de un animador para descubrir qué es -no quién-, y sea feliz con ello. La llamada ley Celaá de educación que Pilar Alegría ha dado continuidad, no considera importante aprobar o suspender, tampoco conocer la filosofía, ni la historia analizada cronológicamente (solo hechos aislados sin conocer su procedencia ni las consecuencias), ni hacer deberes que dejen al niño sin ver la tele… Lo importante son las matemáticas con perspectiva de género, hacer solo lo que al niño le permita gozar. Actividades lúdicas de introspección del yo interior, no sea que entre juego y juego descubra que lleva una niña secuestrada en el cuerpo de un niño, y viceversa… Otro objetivo es la ecología, la Madre Tierra y la solidaridad abstracta o el animalismo desde un sentimentalismo que anegue la razón… Cualquier invento que desde fuera del sujeto le evite preguntas incómodas como de dónde vienes, quién eres realmente o a dónde vas, es bienvenido.

La ley del gobierno más progresista y feminista de la historia es una verdadera mordaza a la libertad de elección educativa. Busca la dependencia absoluta de los centros escolares, y por ende de los padres, de forma que quien se salga de la letra escrita, pierda los apoyos económicos o las licencias pertinentes para enseñar. Profesores que no instruyen, que solo diviertan, acríticos al procedimiento y proactivos este sistema que empobrece a cada generación que pasa por sus aulas. Un proyecto dominante, laicista y desmembrador.

Busca la dependencia absoluta de los centros escolares, y por ende de los padres, de forma que quien se salga de la letra escrita, pierda los apoyos económicos o las licencias pertinentes para enseñar

La pregunta es si los colegios, cuyos principios educativos están basados en la instrucción y no en la emoción, tienen previsto algún principio de acción que defienda su modelo de negocio, y parece que sí. Los padres católicos desde la CONCAPA se hacen valer al menos por la clase de religión, y han puesto en marcha un recurso legal del que esperan dé fruto en defensa de sus intereses, que chocan frontalmente con la perversidad de esta ley. Pero aun así, me sigue preocupando el silencio en la calle, no sé si cobarde o cómplice. Un cierre escolar en condiciones, donde centenares de miles de alumnos, profesores y padres ayudaría a bloquear el sistema y crearía un paro tan importante como el de los transportistas que obligaron a Raquel Sánchez, la Ministra de Transportes, a sentarse con ellos y ceder sus empeños despóticos, después de tildar de «ultra derecha» a los transportistas.

Lo peor es que el Partido Popular de Feijoó seguirá los mismos pasos de Sánchez en materia de educacion, porque combaten exactamente por el mismo concepto de poder

Pero lo peor de todo no es este amoldamiento generalizado de la sociedad, provocado por el desgaste que la COVID, la crisis emergente, la inflación y la histeria. Lo peor, es que el Partido Popular de Feijoó seguirá los mismos pasos de Sánchez porque, como ya he dicho en otras ocasiones, combaten exactamente por el mismo concepto de poder y la batalla es por ver quién es más progre. Quieren sociedades infantilizadas, felices de vivir a expensas del Estado, ebrios de derechos basura, o low cost, como usted lo desee. Ciudadanos que viven bajo sospecha de que todo lo que hacen puede estar mal, y optan por no hacer nada. Individuos acobardados por no perder las baratijas de la sociedad del bienestar, de las que a menudo se olvidan de que es su sociedad del bienestar y no un regalo de los políticos, mientras ellos –los políticos- viven enriqueciéndose con nuestro dinero desde su posición ventajosa de poder y unas prebendas sociales que ninguno disfrutaremos jamás.

La crisis social de nuestro tiempo (El buey mudo) Wilhelm Röpke. El autor no sólo actúa como una suerte de gran notario que levanta acta de la situación de Occidente, sino que se implica de lleno en la solución de los problemas concretos. Röpke no se limita a expedir recetas económicas, sino que entiende que las causas de la crisis son más profundas y complejas, ya que atienden a desórdenes tanto morales como culturales.

El colorante laicista (Rialp) Javier Álvarez Perea. Se presenta los procesos seguidos por el laicismo para erigirse como doctrina dominante y ser la única voz autorizada en la configuración socio-política actual. Al mismo tiempo, otras voces –entre ellas, la católica- reclaman el derecho de intervenir en la vida pública, más aún cuando las propuestas parecen afectar a la libertad y a la dignidad de la persona.

Educar no es domesticar (Sekotia) José Fernando Calderero. A lo largo de las páginas, se presenta el hecho educativo como algo de enorme trascendencia en la vida con el que se deben detectar, tener en cuenta y satisfacer las necesidades educativas personales. Para educar, en el sentido más profundo y noble de la palabra, es necesario que educadores y educandos tengan muy claros los objetivos que pretenden y que la actividad se desarrolle desde la libertad, en libertad y para la libertad.