La exclusión social afecta al 23,4% de los 502 millones de europeos
A pesar de que el mundo ha avanzado mucho y sigue evolucionando, no siempre es para mejor y aún sigue teniendo importantes asignaturas pendientes. Entre ellas, está la exclusión social, un término que supone todo lo contrario a la integración social, y que en los últimos años se escucha demasiado porque se da tanto en países desarrollados como en el Tercer Mundo. Por exclusión social, se entiende el proceso mediante el cual se prescinde de ciertos individuos o grupos en la sociedad donde viven. "El descarte" que diría el Papa Francisco. Este concepto surgió en los años 70 del siglo XX en Francia, de la mano de René Lenoir, entonces secretario de Estado de Acción Social del gobierno de dicho país, con el que definió al 10% de la población que vivía al margen de la red de seguridad social pública basada en empleo (discapacitados, ancianos, niños víctimas de abusos, toxicómanos…). Una década más tarde, el término se popularizó en diversos ámbitos para denominar a los sectores desfavorecidos y afectados por nuevos problemas sociales (por ejemplo, el desempleo), a los que las viejas políticas del Estado del bienestar no respondían de forma adecuada. Por ello surgieron nuevas políticas y programas sociales orientados a insertar a las personas y grupos excluidos.
¿Quién es una persona excluida? Alguien cuyos ingresos no lleguen al 60% del ingreso nacional medio tras pagar impuestos
El concepto de exclusión social se difundió rápidamente por otros países desarrollados, sobre todo por el aumento de la pobreza. Y tras esto, su uso se extendió también a los países del Tercer Mundo para denominar sus problemas de desarrollo. Actualmente, la Unión Europea (UE) considera que una persona está en riesgo de exclusión social si está en alguna de las siguientes tres circunstancias: sus ingresos no llegan al 60% del ingreso nacional medio tras pagar impuestos, está privada de algunos medios materiales o vive en un hogar donde sus miembros apenas tienen empleo. A finales de 2016, 117,5 millones de ciudadanos (23,4%) de los 502 millones que formaban la UE se encontraban en riesgo de pobreza o exclusión social, según Eurostat. En España, tristemente, el término tampoco es desconocido: es el tercer país donde más ha crecido el riesgo de pobreza desde el año 2008, como reflejan los últimos datos de la oficina estadística europea, colocándose sólo por detrás de Grecia y Chipre. En concreto, 13 millones de personas viven en esa situación en nuestro país, lo que supone el 27,9% de la población, superando en cuatro puntos y medio la media europea (23,4%). Aunque la situación ha mejoró algo en 2015 y 2016, los efectos de la crisis económica son los responsables de que el umbral de la pobreza aún sea un 4,1% superior al de 2008, pues a pesar de que las cifras macroeconómicas reflejan que la crisis quedó atrás, aún no ha llegado a todos los bolsillos.
Un excluido también es alguien que está privado de algunos medios materiales (no puede pagar calefacción, luz, agua, alquiler... no tiene coche).
stá privada de algunos medios materiales o vive en un hogar donde sus miembros apenas tienen empleo Y ante estos datos es lógico que en España muchos se hayan puesto manos a la obra para reducir el número de personas que está en riesgo de exclusión social, ofreciéndoles oportunidades e integrándoles de nuevo en la sociedad. Entre ellos, encontramos a diversas organizaciones sociales, ONGs, así como empresas (sobre todo, desde que la responsabilidad social corporativa se ha convertido en un elemento a tener en cuenta) y alguna iniciativa gubernamental a nivel nacional, autonómico o local. Un buen ejemplo de lo que se está haciendo en nuestro país para hacer frente a este problema lo vemos en Cáritas. Esta organización sin ánimo de lucro de la Iglesia Católica dedicada a la acción caritativa y social tomó conciencia del riesgo de pobreza y la exclusión social a finales de los 70 y principios de los 80. Concretamente, en 1980 proclamó el paro como programa prioritario y en 1984 organizó unas jornadas sobre los cambios económicos (crisis social y nuevas marginaciones) relacionando la pobreza y la exclusión social con los derechos básicos. En la década comprendida entre los años 1990 y 2000, tuvo lugar una crisis económica en los primeros años (1992-1994) y Cáritas impulsó sus Informes Foessa sobre exclusión y desarrollo social en España, así como informes territoriales. Desde el año 2000 a la actualidad, cabe destacar que la Comisión Europea ha puesto en marcha varios Planes Nacionales para Inclusión social (PNAIN), entre ellos, está el I Plan Nacional para la inclusión social 2013-2016 de España. Y ante todo este escenario, la apuesta por avanzar en un modelo de acción social y en un marco de intervención con personas y grupos en situaciones exclusión ha sido el marco de referencia para trabajar de Cáritas.
Asimismo, la UE califica como excluido a quien vive en un hogar donde sus miembros apenas tienen empleo
Entre sus iniciativas para afrontar este problema de desarrollo humano, destacan sus proyectos de reutilización textil y solidaria, cuyo objetivo es lograr la inserción laboral de personas en riesgo de exclusión social (por ejemplo: Koopera, Roba Amiga, Arroupa o Latido verde), así como la creación de otras empresas de Economía Social. Y es que el hecho de tener un trabajo es fundamental para salir de esta situación. Claro que se debe subrayar que Cáritas no sólo piensa ofrecer oportunidades laborales, sino también en la formación de estos colectivos vulnerables: el último ejemplo lo vemos en su plan trienal 2017-2019 para formar para el mercado laboral a 600 personas. Al igual que esta organización de la Iglesia Católica y ONGs, hay muchas empresas que se involucran en la inserción de personas en riesgo de exclusión, entre ellas, Inditex, que con iniciativas como 'Jeunes' (Jóvenes) en Francia y 'Salta' en otros 11 países ya ha logrado incorporar 780 personas en sus tiendas, fábricas y centros logísticos. Ambas forman parte de su programa de inserción, que recientemente ha cumplido diez años, por tanto, una década generando valor social en la comunidad junto a 40 entidades sociales. Además, en dicho proyecto han participado 1.259 empleados de la compañía como formadores y tutores, y también han colaborado algunas personalidades que son auténticos ejemplos de superación, como: el entrenador de la selección francesa Raymond Domenech, el exciclista Bernard Hinault, la montañera española Edurne Pasaban, la pintora Lita Cabellut o la bailarina Nadia Adame. Todo esto pone de manifiesto que cuantas más personas remen a favor de la inserción social más avances se lograrán y antes podamos dejar de hablar de colectivos que estén en riesgo de pobreza o exclusión. Mariano Tomás mariano@hispanidad.com