Noticia de calado esta semana en Estados Unidos, el senador por Kentucky y líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, ha anunciado que abandonará el liderazgo de su partido en la Cámara Alta el próximo mes de noviembre.

Nacido hace 82 años, fue elegido por primera vez como senador federal en noviembre de 1984, hace casi cuatro décadas. En 2003, se convirtió en número dos de los republicanos en el Senado, y en el año 2007 pasó a ser el líder conservador en la Cámara Alta.

La decisión tiene una especial trascendencia, dado que tras diecisiete años en el cargo, McConnell ha sido el político que más tiempo ha servido como líder en el Senado en la historia de Estados Unidos. En estas casi dos décadas, ha ejercido como líder de su partido tanto en situaciones de mayoría republicana como demócrata. Así, entre 2007 y 2015 fue el líder de la minoría en el Senado, entre 2015 y 2021 líder de la mayoría, y nuevamente desde 2021 líder de la minoría.

Un político brillante y uno de los legisladores más relevantes de la historia reciente, representante de la vieja política que dominó la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI en la primera potencia mundial. El pragmatismo y el posibilismo han sido las señas de identidad de McConnell, un hombre de hielo, que nunca dudó en cambiar de ideas cuando fue necesario, si bien logró grandes éxitos para los conservadores a nivel parlamentario, especialmente durante la presidencia de Donald Trump. Casado en segundas nupcias con la también republicana Elaine Chao, han sido uno de los matrimonios más influyentes en la política estadounidense en las últimas décadas. Cabe recordar que su esposa ha ocupado cargos en todas las Administraciones de presidentes republicanos desde Ronald Reagan, con quien fue presidenta de la Comisión Federal Marítima, con George Bush padre asumió primero la secretaria adjunta de Transportes y luego la dirección del Cuerpo de Paz, y alcanzó los puestos de mayor relevancia con George Bush hijo asumiendo la secretaria de Trabajo y, finalmente, con Donald Trump, con quien fue secretaria de Transporte.

A pesar de su mutabilidad de ideas, McConnell fue un elemento fundamental para desactivar parte del radical programa del expresidente demócrata Barack Obama y, en especial, el intento del demócrata de hacerse con el control absoluto del Tribunal Supremo. Así, en 2016, tras el fallecimiento repentino del magistrado Antonin Scalia, el gran referente intelectual de los conservadores en el Alto Tribunal, Obama trató de cubrir su vacante con un juez progresista que hubiera dado el control definitivo del Alto Tribunal a los demócratas. Pese a la intensa presión de la progresía mediática, McConnell se plantó y optó por bloquear el nombramiento en la Cámara Alta hasta después las elecciones presidenciales. Una decisión fundamental, dado que Trump venció en las presidenciales ese año, y por cuanto el juez propuesto por Obama, era Merrick Garland, el actual fiscal general de Estados Unidos en la Administración Biden, que ha convertido el Departamento de Justicia en un instrumento político para perseguir a la oposición republicana. También fue mérito de McConnell acelerar la cobertura de la vacante de Ruth Bader Ginsburg, la magistrada referente del izquierdismo radical en la Corte Suprema, que falleció apenas un mes antes de las elecciones presidenciales de 2020. La firme determinación del líder republicano permitió sustituir en escasos días a la progresista Ginsburg, por la conservadora Amy Coney Barrett, lo cual supuso que los conservadores fueran mayoría en el Alto Tribunal por primera vez en décadas, e impidió que Biden pudiera tomar el control del Supremo tras su llegada a la Casa Blanca.

A pesar de sus notables logros políticos, su fecha de caducidad la ha determinado su elevada edad, y su incierto estado de salud, con inquietantes episodios ocurridos en los últimos meses, que han revelado su posible falta de aptitud para continuar ejercitando el liderazgo en la Cámara Alta. Otro motivo de su marcha es su distanciamiento con el expresidente Donald Trump, desde el año 2021, en que éste último abandonó el Despacho Oval. La desafección entre las bases del partido y la mayoría trumpista de la formación han precipitado la salida de McConnell, a quien se acusa de no haber combatido los desmanes de la Administración Biden, mostrando una sospechosa sintonía con el presidente demócrata. Ante el riesgo de que fueran sus propios colegas republicanos en el Senado los que le destituyeran, el veterano legislador ha optado por poner tierra de por medio y abandonar el liderazgo del partido antes de tiempo.

La cuestión ahora es dirimir quién sustituirá a McConnell al frente de los republicanos en la Cámara Alta a partir del próximo mes de noviembre. Si se analiza la estructura de la Conferencia Republicana en el Senado, en orden del jerarquía, los dos posibles sucesores serían el senador por Dakota del Sur y jefe de bancada y por tanto número dos republicano, John Thune y el presidente de la Conferencia Republicana en la Cámara Alta, el senador por Wyoming John Barrasso. Thune sería el sucesor natural de McConnell, si bien juega en su contra su escasa complicidad con el expresidente Trump, lo cual hace que una notable parte de sus colegas se muestren reacios a apoyarle. Barrasso, por su parte, siendo inferior en jerarquía a Thune, sí es un trumpista reconocido, aunque su perfil es más discreto. Nada obsta, que pudiera aparecer una tercera opción, en este escenario cobraría gran interés el perfil del influyente senador por Florida Rick Scott, quien también fue gobernador de Florida, que reúne grandes simpatías entre los trumpistas y entre sus colegas republicanos.