La tarde noche del jueves 17, en la madrileña calle Génova, ha podido suponer el final de la etapa Pablo Casado. El Sanchismo no logró destruirle pero Teodoro García Egea, su secretario general lo está haciendo a gran velocidad. Los peperos se fueron a gritar a su sede a favor de Ayuso y en contra de Casado y de Egea, con soflamas tan interesantes como "Egea, eres un sinvergüenza" o "Casado estás acabado".

Ayuso me recuerda al genio femenino del que hablaba San Juan Pablo II. Cuando surgió todos la tomamos por idiotas y ahora vivimos pendientes de sus palabras. ¿Por qué ha ganado en las elecciones madrileñas? No, porque a lo que se refería ese gran pensador que es Karol Wojtyla con lo de 'genio femenino' es que la mujer sabe evitar la pedantería y eso la convierte en un personaje extraordinariamente atractivo, mientras que el varón... bueno, yo lo soy y todavía no he descubierto cómo evitar la pedantería que tanto me repugna en todos los demás.

La izquierda no logra fabricar una Ayuso. Una de las manifestaciones de la pedantería es la cursilería (Yolanda Díaz) otra la zafiedad (Irene Montero)

Y gracias a esa ausencia de gravedad, de engolamiento, de prosapia, Ayuso vence y convence. Aunque no gusten sus planteamiento ideológicos -a mí no me gustan- el sentido común que emana de su resistencia a la pedantería -compárenla con Pedro Sánchez, por ejemplo- le convierte en una de las políticas más  sinceras del panorama español... insisto, hasta para quienes no le gustan sus planteamientos.

La reacción del votante del PP ha sido con Ayuso y contra Casado: la gente puede no ser experta en política pero sabe olfatear quién suma y quién resta

Ese 'genio femenino'. O sea, la ausencia de gravedad, hace que Ayuso sea temida por Pedro Sánchez o por Santiago Abascal... que no sienten el menor temor por Pablo Casado. Hace también que Ayuso se admirada por los hombres y no moleste a las mujeres, a las que sin embargo, sacan de quicio las pedantes engoladas como Irene Montero, capaces de enlazar un tópico tras otro en interminables soflamas, o las engreídas como Yolanda Díaz que venden proyectos "chulísimos" y plenos de 'fermosura'. Recuerden: una de las manifestaciones de la pedantería es la cursilería (Yolanda) otra la zafiedad (Irene).

Ahora bien, no olviden que el aparato del PP resulta extraordinariamente poderoso. Hay muchos estómagos agradecidos e Isabel Díaz Ayuso no es nadie en ese aparato, ni tan siquiera controla la sección madrileña.

Respecto al hecho que nos ocupa, a mí me parece, por los datos que hasta ahora tengo, una tontería. De grave no tiene nada, salvo que surjan más datos comprometedores. Buscar proveedores de mascarillas para la Comunidad de Madrid aunque, algo a lo que te dedicas desde hace años, no es incompatible con que tu hermana sea la presidenta. Y mira que me gustan poco los bozales.

Feijoó ejerciendo de gallego: ahora se coloca al lado de Ayuso

Más incompatible es lo del esposo de Nadia Calviño, asesorando a las empresas que aspiran a los fondos europeos que reparte su señora. Las mascarillas resultaban presuntamente más necesarias que las subvenciones aunque no estoy seguro de ninguna de las dos.

Pero imagino que ningún lector de Hispanidad será tan ingenuo como para pensar que a un Sánchez le interesa la honradez en la vida pública. Lo único que hace don Pedro aprovechar los casos de corrupción -real o calumniosa- para fustigar al adversario. La honradez en la vida pública le importa una higa.

Eso sí, con Pablo y Teodoro al frente del Partido Popular tenemos Sánchez en Moncloa para rato. Esta pareja es genial: justo cuando iban ganando, queman a su mejor activo. Lo que está claro es que le han hecho un gran favor a Pedro Sánchez y a Santiago Abascal: ambos temen a Ayuso, no a Casado.

En resumen, La reacción del votante del PP ha sido con Ayuso y contra Casado: la gente puede no ser experta en política pero sabe olfatear quién suma y quién resta.

Bueno y luego está ese fenómeno llamado Alberto Núñez Feijóo ejerciendo de gallego quien, justo ahora, tras perseguirla todo lo que ha podido, se ha puesto al lado de Ayuso: ¡Cuidado, Isabel!