Es tu cirineo, que no ha venido de Cirene,
para ayudarte a llevar hasta tu cumbre la cruz,
y no obligado, sino voluntariamente viene.
 
Es el contador de nubes, el personaje oscuro,
el que susurra suave y calladamente al oído,
lo que te dijeron, allende las dunas, de lo oculto.
 
Y mientras te enclavan en el madero de tus excesos,
él te mirara, alabando, el infinito, el todo,
sólo al Universo, sin apreciar tu sufrimiento.
 
Y estarás sólo, en una soledad desconocida,
en una oscuridad, por ti nunca sentida,
en quienes por tu lomo la mano pasaron, soñando.
 
Y al igual que tu memoria, te iras al olvido;
serás un juguete roto más, leña de árbol caído,
soñador, que olvidó que los sueños, sueños son.