Lean el informe de Ahora Información, la revista de la CTC, no muy conocida pero de una solidez y profundidad que no compruebo, ni de lejos, en 'periodismos más famosos'. Respetuoso y filial con el Papa, como hay que ser, nos guste más o menos, pero sin pelos en la lengua: "Ahí va".

La noticia es esta: Francisco ha aceptado la renuncia del cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto y uno de los prelados mas reconocidos por sus escritos, tanto doctrinales como místicos. Un intelectual de una pieza. 

Naturalmente, pertenece al grupo tradicionalista o conservador. Vamos, que es un cura que cree en Dios y ama a Cristo.

Pues bien, Robert Sarah cumplió los 75 años el pasado mes de junio y, como es preceptivo, envió su carta poniendo el cargo a disposición del Papa. La noticia es que, con una celeridad desacostumbrada, a vuelta de correo, como asegura la curia malvada -pocos malvados hay en la Curia, como se pueden imaginar- Francisco ha aceptado su renuncia. Por decir algo, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, cumplió los 75 dos meses antes que el cardenal Sarah y y el Papa no parece tener prisa en responderle.  

 Aquí hay que aplicar lo de San Agustín: "no juzgues a la fe por las personas sino a las personas por su fe". ¿Que si hablo de Francisco o de Sarah? Hablo de los dos.

¿Mi opinión? Que rezo por Francisco, rezo por Sarah, me gustan ambos... pero no me gustan algunos de los curiales que rodean a Francisco. Vamos, la puñetera curia. Y, en cualquier caso, cuidado con lo que vendrá después de Francisco.

Y aún menos me gusta en unos momentos en que, con los obisparras alemanes a la cabeza, el peligro de cisma en la Iglesia resulta más próximo que lejano.

Pero la 'jubilación' del cardenal Sarah no es una buena noticia. Curioso, porque es dos meses más jóven que, por ejemplo, el arzobispo de Madrid, don Carlos Osoro, y este no ha recibido noticias de Roma.