• La segunda parte del Sínodo de la Familia deber servir para enderezar la primera.
  • Mala señal sería que la decisión sobre Medjugorje quedara de nuevo en suspenso.
  • Todos los anticonceptivos actuales son abortivos.
  • Se acaba el tiempo porque la confusión puede hacerse carne, y alma, en muchos.
Repito: si no se pone orden en la información -la doctrina de urgencia de nuestros días- en el Sínodo de la familia y en la negación del particularísimo papel que está jugando la Santísima Virgen María (en especial, Medjugorje) o esto va a acabar mal. Por ejemplo, puede acabar en cisma o puede acabar en Iglesia de catacumbas… o en ambas cosas a la vez. Observen el artículo de Sandro Magister, recopilado en "Con mi lupa". Complicadito, sí, pero si se toman la molestia de leerlo les mostrará la mala leche con la que están actuando algunos clérigos, dentro de esa ceremonia confusión en la que está sumida la Iglesia en algunas cuestiones claves, y que rememora la vieja receta: reparemos en aquello que trasciende toda sabiduría: el amor cristiano. Porque esto no es una cuestión de sabiduría sino de amor y gracia. Pues bien, los jesuitas -qué gran orden en algunos de sus miembros, qué desastre en otros, que parecen imponerse ahora en la permanente guerra civil de la orden de San Ignacio- en concreto, los pesaditos de Civiltà Cattolica, aprovechan para ajustar cuentas con un jesuita ignaciano. Sea por lo que fuere, a tenor de la segunda parte del Sínodo de la familia, nuestro preconciliar ha asegurado que un aborto resultaría más admisible que la contracepción porque en el primero ya se ha producido la vida humana, susceptible de redención y salvación y en el segundo, en el antibaby, se ha evitado la posibilidad de alcanzar vida sobrenatural. Hombre, así, entre nosotros, sólo quiero recordar que si el anticonceptivo resulta reprobable es porque, en todos sus formatos actuales (todos los que se venden hoy en el mercado) son potencialmente abortivos. ¿Qué quiero decir con 'potencialmente'? Pues quiero decir que, como a las multinacionales farmacéuticas no les gusta fallar, todos los contraceptivos que se venden hoy en las farmacias -y las PDD lo mismo- actúan en primera instancia para evitar la fecundación pero, si no logran evitarlo, actúan también a posteriori, para evitar la anidación del óvulo fecundado. Y ahí sí que ya se está matando a un ser humano, con un código genético individuado, distinto del padre y de la madre. En plata, que todos los anticonceptivos actuales son, o pueden ser, abortivos. Por tanto, la discusión teológica es idiota. La Iglesia condena el aborto y los anticonceptivos por la misma razón; matan o pueden matar a un ser humano y con ello se pierde la vida sobrenatural de ambos. Es decir, discusión idiota. Pero sí muy ilustrativa. Sin la desastrosa primera parte del Sínodo de la familia no se hubiera producido la confusión doctrinal que impera en el orbe católico. Esto es un Papado de Confusión. Sí, ya sé que llevamos varios papados y mucha confusión desde el Concilio Vaticano II para aquí. Con el Vaticano II ocurre lo mismo que con el Papado de Francisco: fue un gran concilio pero que tuvo el efecto de sembrar la confusión entre los fieles -y especialmente entre los menos fieles-. Al Papa Francisco (en la imagen) se le acaba el tiempo. La II parte del Sínodo de la familia debe servir para aclarar la confusión creada por la primera y por toda la clerecía progre -la presunta izquierda clerical-, con toda su mala leche, y por algunos ultramontanos (la presunta derecha clerical) más amiga de las formas que del fondo. Y junto al Sínodo, que más que sobre la familia parece ser el Sínodo de la Eucaristía, las apariciones marianas. Centrémosla en Medjugorje, no porque sea la única aparición mariana (la Madre de Dios está muy activa en el siglo XXI) sino porque es Medjugorje sobre la que pende la decisión de Francisco: puede refrendar con su autoridad lo que tantos cristianos creen: la sobrenaturalidad de la actual capital mundial de la conversión y de la confesión, que es Medjugorje. O bien puede dejarlo en suspenso una vez más, lo que sería aprovechado por todos los enemigos de Dios, por la progresía clerical -mayormente atea- para seguir negando la sobrenaturalidad de Medjugorje. Y eso resultaría realmente grave. En cualquier caso, al Papa Francisco se le acaba el tiempo, porque la confusión puede hacerse carne y, en este caso, puede hacerse alma. Eulogio López eulogio@hispanidad.com