• Y es la razón, y la lógica de los hechos, quien apunta hacia la gran tribulación.
  • El problema es que nuestros abuelos vivían en una incómoda esperanza, nosotros sufrimos una comodísima desesperación.
  • El gran estallido no lo presagian apariciones, visiones o profecías: éstas sólo lo corroboran.
La vidente Marga ve algo rojo, como si toda la Sierra de Guadarrama estallara. Pregunta qué es aquello y Dios responde: "El gran meteorito. Este estallido, que vendrá de arriba, será el pistoletazo de salida para que se empiece a cumplir todo lo predicho. Y lo hará a grandes pasos, precipitadamente". Hay más: "esta era que termina, termina entre tremendas convulsiones. Os espera un periodo terrible, como nunca lo ha habido en la historia del hombre". De colofón: "Cuando empiece el aviso, luego todo irá desencadenado muy rápido". Palabras que suenan extrañas. ¿O no? Te puedes creer o no estas profecías que miran hacia la gran tribulación (yo me la creo y les aseguro que no soy especialmente impresionable) pero, como decía Chesterton, "la razón es dogma de fe" para el cristiano, y resulta que es la razón quien me impele a pensar que vamos exactamente hacia la gran tribulación. No la imponen apariciones, visiones o profecías: éstas sólo lo corroboran. No, no había pensado esto si hubiera vivido en la primera mitad del siglo XX, o tampoco en la postguerra mundial. La gente miraba entonces el universo con esperanza y eso que la vida era dura. El problema es ese: que ahora falta esperanza en la comodidad mientras nuestros abuelos gozaban de una muy saludable esperanza incómoda. Eulogio López eulogio@hispanidad.com