Sr. Director:
Habitualmente valoramos de forma muy negativa el mundo de la política; y no exagero mucho con esta afirmación, pues hay razones para ampararme en la misma por el comportamiento y las actitudes de muchos de los que se dedican a ello. No obstante estimo que debemos esmerarnos en elegir personas cualificadas que nos gobiernen y que demuestren honestidad en el cumplimiento de sus funciones. Y si esto se consigue, opino que se les debe retribuir con una remuneración justa. Lamentablemente una mayoría de políticos no cumplen con los requisitos de aptitud y honradez y eso se aprecia con claridad en los que actualmente tenemos. El apaño de gobierno dispuesto por Pedro Sánchez, se sitúa en la cumbre de lo perjudicial para los españoles y, aunque no es el modelo que desearía ni su propio partido, han transigido por miedo. Pedro Sánchez, arquetipo de persona falsa y mentirosa, con pruebas irrefutables de ello, incapaz de dirigir ni siquiera una comunidad de vecinos, con argucias, trampas y embustes ha conseguido embaucar a unos determinados votantes y luego utilizar a otros políticos sin escrúpulos, bolivarianos, terroristas, independentistas, etc. para conseguir el poder que ansiaba. Decía una persona muy cercana a él que “es un individuo que expele odio por todos los poros de su cuerpo; es muy peligroso”. La combinación de gobernantes creada bajo el apelativo de progresistas, es la peor que podíamos tener; no debemos olvidar que “la izquierda no nació para defender al débil, sino para utilizar al débil”. Pedro el indecente se regodea en la chulería y el desprecio a los españoles, y presume de su estima a los enemigos de España. Susana Díaz denunciaba “las injerencias descaradas de Podemos” y aseveraba que “lo que han hecho con Izquierda Unida, no lo van a hacer con el PSOE”. Ya ves, Iglesias ha conseguido el sueño de Hugo Chávez, introducir la dictadura bolivariana en España, como primer paso para que se instaure en Europa. Y lo ha logrado por la ambición de poder de Sánchez que le ha cegado e impedido valorar las consecuencias para nuestro futuro, aunque eso le importa un bledo. Esa maldad que expreso en el título se manifiesta en los hechos. ¿No es maldad liberar de culpa el asesinato de niños no nacidos? (aborto) ¿No es maldad apresurarse a legislar para liberar de culpa el asesinato de mayores, cuando ya seamos una carga para la sanidad y las arcas públicas? (eutanasia) ¿No es maldad manipular las mentes y adoctrinar a nuestros niños con ideologías perversas? (leyes LGTBI) ¿No es maldad impedir por la fuerza que eduquemos a nuestros hijos según nuestras convicciones? (falta de libertad) ¿No es maldad expropiarnos a los católicos nuestras propiedades? (templos, catedrales, museos, etc.). Eso sí, envuelven todo con el bonito papel de celofán de sus palabras elocuentes y demagogas, pues andan sobrados de verborrea. Nuestros “progresistas” siguen al pie de la letra las directrices que impone el perverso NOM. Pedro el mentiroso, abraza y protege a los delincuentes condenados en los tribunales, se apropia de las instituciones para su provecho, intenta ser el propietario de la justicia con evidente intención de someterla a sus intenciones y, no me cabe la menor duda de que en breve sufriremos muchos más gestos totalitarios, con inusitado desprecio para los españoles.