La repulsa generalizada de la sociedad hacia los políticos ha alcanzado cotas desconocidas hasta ahora en España.
Se exige ejemplaridad a los políticos y no nos basta la explicación de María-Dolores de Cospedal de que la corrupción en los políticos es la que existe en la sociedad: sin entrar en más consideraciones, pienso -creo que como la mayoría- que la corrupción política es superior a la que existe en la sociedad, y exige muchos cambios en los partidos políticos.
A los políticos se les pide que no se aprovechen de su condición para todo, que trabajen y que no vivan tan pendientes de salir en la foto. De lo contrario, cuando subraya cualquier cargo político que sufre y vive los problemas de todos, con sus pequeñas actuaciones siguen anclados en un modo de ejercer la política que enrabieta.
De esa rabia social hacia los políticos clásicos se está nutriendo el partido "Podemos", casi sin importar su programa o aunque lo vaya variando casi cada semana. Castigar a los políticos de siempre predomina sobre otras cuestiones, y eso es un gran peligro. Pero han de cambiar los políticos de siempre: caras nuevas y nuevas caras es lo que se reclama.
Dentro de ese "mejor 2015", estoy convencido de que la situación laboral y económica mejorará. Como me comentaba un amigo con sorna, es la ventaja de que haya elecciones periódicas: que para arrancar votos, los partidos aprueban medidas que benefician a los ciudadanos de modo inmediato. El riesgo es que sólo haya medidas electoralistas, fugaces.
Tres citas electorales muy importantes, en las que los políticos tienen el deber de presentarse con otra actitud, con cambios, para que luego los ciudadanos votemos con la cabeza y el corazón, y no con la bilis acumulada, que no es poca.
Jesús Domingo Martínez