Sr. Director: La corrupción es una lacra social que degrada tanto a quienes la practican como a los que la amparan. La vocación de servicio al bien común, que está en la raíz del noble arte de la política, es la antítesis de una forma de un ejercicio de la política en el que priman los intereses personales o de partido. Por eso la corrupción requiere una respuesta clara, sin fisuras, en el orden moral, en el legal y en el político. ¿Seremos capaces de liberarnos de ella ahora que hemos llegado a casi tocar fondo o continuará hasta que no quedemos hombres sobre la tierra? Jesús Martínez