Sr. Director:
Estamos en plena campaña de la declaración de la renta y también en la campaña de la Iglesia a favor de la X en la casilla adecuada del formulario. La clásica campaña del por tantos, por muchos, por todos, que ya no sé si se llama así.
Al inicio de esta en determinados ambientes sociales, periodísticos y eclesiales se destapaba otra campaña paralela destinada a utilizar ese instrumento de asignación de recursos para la Iglesia católica en contra de la Iglesia, como una especie de castigo efectivo por acciones, decisiones, omisiones, por una dirección que algunos consideran equivocada.
Para este argumentario adverso, además de una interpretación no contrastada de los datos últimos, dicen que juega un papel determinante el papel de los obispos en el caso catalán, entre otros.
Quizá haya que hacer, en este momento, un esfuerzo añadido en despejar la X de la complejidad que nos rodea, de las intenciones políticas, del tufo de un “mantra” que se repite con demasiada frecuencia y que dice algo así como “vamos a enviar un mensaje a los obispos, vamos a castigar a los obispos…”.
La Iglesia real, la Iglesia del día a día, no se merece que se contamine ese instrumento de asignación de recursos que, además, también está diseñado para el reconocimiento del servicio que presta la Iglesia a la sociedad por parte de los no creyentes.