Que el doctor Simón tan pronto diga blanco, como diga negro, no nos asombra en absoluto. Pero lo que sí podemos concluir de sus devaneos científicos es que este experto nos quiere tristes. Nos llama a contener la euforia, mientras recibimos noticias de que el Covid va remitiendo y se van eliminando las restricciones a nuestra libertad.

El afán del epidemiólogo por tanta restricción, tanta mascarilla y tan poco entusiasmo nos lleva a apreciar en él un toque que roza el sadismo. Ahora, nos toca ser cautos con el turismo -que puede ayudar a muchos negocios a salir adelante- ya que, según Simón, hay que llamar a los turistas, pero en voz baja. Todo esto nos asombra aún más cuando el propio presidente Sánchez anuncia a bombo y platillo que los foráneos vengan a veranear a España, con toda libertad, sin restricciones. Algo está pasando.

Simón nos recuerda a nuestra alegre Margarita con sus teorías sobre los cánticos mortales en misa, las vacunas con efectos desconocidos y todas las olas que nos ha traído la viróloga -que son los que saben- siempre con la advertencia de que no veremos nunca la luz. Simón y Margarita el 'dúo dinámico' anticovid.