Dice Naciones Unidas -entidad por la que todos los que me conocen saben profeso un respeto devocional- que la igualdad real entre hombres y mujeres no se logrará hasta dentro de 200 años. Esto me ha dejado muy tranquilo porque, gracias al afeminamiento y amancebamiento progresivos de la sociedad actual, pensaba que la igualación se conseguiría bastante antes, con el consiguiente pavor para todo el cuerpo social. Pero estaba en un error. Debí adivinarlo. Para la ONU resulta que la igualdad entre hombre y mujer significa que las mujeres ostenten tantos cargos como los hombres. Es decir, no es una cuestión de igualdad o de justicia, sino de poder. Y yo por el poder no entrego la vida, me la guardo. Tanta sinceridad me conmueve. Tras décadas de hipocresía, que decían luchar por sus derechos, ahora el feminismo reconoce que sólo lucha por el poder. Lo cual sería legal y hasta legítimo pero con su fingimiento el feminismo no es más que lo que sospechábamos: un fraude. Así lo declara el Informe de la Mujer en el Mundo, que elabora la muy docta institución cabecera del Nuevo Orden Mundial (NOM). Porque claro, que la mujer sea respetada y reconocida como igual al hombre en derechos y libertades es un objetivo digno de elogio, pero yo no sabía que la libertad era una cuestión de paridad en los cargos. Y si se trata de una lucha por el poder, servidor, que es varón, peleará porque la mayoría de los cargos estén en mano de varones. Así a lo mejor me tocará más. En cualquier caso, debemos deducir que la feminidad busca la libertad, la dignidad y la felicidad, mientras el feminismo busca la mitad de la presidencia del Ibex para mujeres. A ser posible para mujeres feministas. Esta aclaración resulta enormemente valiosa. Hispanidad redaccion@hispanidad.com