Pedro Sánchez ha tenido la ocurrencia de formar un gobierno solo con cuatro vicepresidencias, por lo que los contribuyentes le debemos estar muy agradecidos, ya que no ha hecho vicepresidentes a todos los ministros, secretarios de Estados y directores generales, lo que sin duda hubiéramos pagado con gusto, pero también, hay que reconocerlo, con un esfuerzo mayor. Así es que eso que nos ahorramos por no decretar la vicepresidencia general en beneficio de lo que, hasta no hace mucho tiempo, Pablo Iglesias llamaba la casta política.

El Gobierno Sánchez consite en cercenar la vida antes de tiempo. Lo hará con el aborto antes de nacer y con la eutanasia, antes de que a cada uno nos llegue la hora

Sin embargo, donde Pedro Sánchez no ha estado bien del todo, por no haber hecho todo un auténtico derroche de imaginación, es en la designación de los cargos, concretamente en lo referido a la cuarta vicepresidencia. Como se dice ahora, esta decisión se ha emitido en blanco y negro porque, de haberse emitido en colorines, hubiera nombrado a Teresa Ribera vicepresidenta cuarta para la Transición Ecológica, el Reto Demográfico y de los Grandes Expresos Europeos.

Designar a Teresa Ribera para resolver el reto demográfico de España es como si al zorro le encomiendan la guardia del gallinero. Con este gobierno de socialistas y comunistas guardando la granja, el gallinero en el que ya son más las bajas por defunción que las altas por nacimiento va a quedar reducido a la mínima expresión. Porque un gobierno de este tipo, anclado en la cultura de la muerte, cuando habla de demografía entiende cercenar la vida antes de tiempo, con el aborto antes de nacer y con la eutanasia antes de que a cada uno nos llegue la hora.

Con este gobierno de socialistas y comunistas guardando la granja, el gallinero, en el que ya son más las bajas por defunción que las altas por nacimiento, va a quedar reducido a la mínima expresión

Así es que me malicio que lo del reto demográfico de Pedro Sánchez a lo mejor consiste en eliminar a los mayores de una determinada edad, tan gravosos económicamente para el Estado. Y no lo hará por la fuerza, les convencerá a los viejos por los medios de información, controlados por ese Ministerio de la Verdad que anunció en su discurso de investidura, que vivir más del límite de edad trazado por el Gobierno es algo insolidario y facha, e irán ellos solitos alegre y mansamente al matadero.

Y entre tanto la oposición no presenta batalla. O mejor dicho, no se atreve a presentar la verdadera batalla, no se atreven a rebatir todos estos argumentos de la cultura de la muerte, con los elementos cristianos que han impregnado la cultura española durante siglos, por cierto con excelentes realizaciones en la cultura, en el arte, en la economía y hasta en la política, por citar solo algunos campos.

En materia demográfica, el cristianismo entiende al hombre, nada menos, que como un colaborador del plan creador de Dios. Mejor que yo lo decía con muy pocas palabras el papa Pablo VI, al principio de su famosa encíclica Humanae vitae: “El gravísimo deber de transmitir la vida humana ha sido siempre para los esposos, colaboradores libres y responsables de Dios Creador, fuente de grandes alegrías, aunque algunas veces acompañadas de no pocas dificultades y angustias”.

El cristianismo entiende al hombre, nada menos, que como un colaborador del plan creador de Dios

Aunque es justo reconocer que no debemos cargar la mano con los políticos. En el abandono del sentido cristiano de la vida por acción, y sobre todo por omisión, los responsables se cuentan por manojitos. Con una simple reflexión y sin dar nombres, cada uno de mis lectores averiguará de que estoy hablando, respondiendo a este par de preguntas:

  1. Primera ¿Cuántas veces ha oído hablar, querido lector, en la predicación dominical de la Humanae vitae? Aclaro que en este cómputo no entran, si es que eso ocurrió alguna vez, las predicaciones contrarias al magisterio pontifico, como esas que cuando se refieren a la “paternidad responsable” de la que hablaba Pablo VI, lo interpretan como “paternidad confortable”.
  2. Y segunda pregunta para lo que es necesario tener a mano una calculadora, si es que no tiene suficiente con los dedos de las manos. ¿Cuántos católicos, amigo lector, conoce usted bien porque se lo hayan dicho expresamente o bien por aquello de que “por sus frutos los conoceréis”, que sean partidarios y ajusten su conducta a las enseñanzas de la Humanae vitae?

Y podría haber veintitantas interpretaciones de afrontar el reto demográfico. La de socialistas, comunistas y la mayor parte de los liberales es que consideran al hombre como un ser autónomo sin vinculación a un Dios Creador. Allá ellos y que les vaya bonito.

¿Cuántas veces ha oído hablar, querido lector, en la predicación dominical de la Humanae vitae?

Nosotros los cristianos nos guiamos por la enseñanza de la Iglesia, claramente expuesta en estas palabras de la encíclica a la que me vengo refiriendo: “Así, quien reflexiona rectamente deberá también reconocer que un acto de amor recíproco, que prejuzgue la disponibilidad a transmitir la vida que Dios Creador, según particulares leyes, ha puesto en él, está en contradicción con el designio constitutivo del matrimonio y con la voluntad del Autor de la vida. Usar este don divino destruyendo su significado y su

finalidad, aun solo parcialmente, es contradecir la naturaleza del hombre y de la mujer y sus más íntimas relaciones, y por lo mismo es contradecir también el plan de Dios y su voluntad. Usufructuar, en cambio, el don del amor conyugal respetando las leyes del proceso generador significa reconocerse no árbitros de las fuentes de la vida humana, sino más bien administradores del plan establecido por el Creador. En efecto, al igual que el hombre no tiene un dominio ilimitado sobre su cuerpo en general, del mismo modo tampoco lo tiene, con más razón, sobre las facultades generadoras en cuanto tales, en virtud de su ordenación intrínseca a originar la vida, de la que Dios es principio.

 

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá