El año en curso no va a ser fácil para España. En los próximos meses se van a producir vencimientos de deuda pública importantes y los mercados van a exigir que se paguen caras las nuevas colocaciones.
Nuestra economía suscita recelos y no va a ser sencillo restablecer la confianza. Tendremos un crecimiento inferior al uno por ciento, lo que no va a crear empleo. Lo más conveniente sería un adelanto de las elecciones generales que acabara con un fin de ciclo que esta siendo agónico. Pero la necesidad de un cambio político no puede ocultar la importancia del necesario cambio de paradigma cultural en la sociedad civil.
España es un país con un gran potencial de crecimiento y esta crisis es una buena ocasión para superar algunos errores en los que vivimos desde hace décadas. Para hacer sostenible nuestro bienestar necesitamos recuperar nuestro deseo de construir, de trabajar juntos, de educar a las nuevas generaciones para que afronten unos retos que requieren inteligencia, tenacidad, y sobre todo el gusto de afrontar la realidad. Porque no se trata solo de recuperar la capacidad de sacrificio o la laboriosidad, esas son consecuencias, la apasionante tarea pendiente es que como pueblo recuperemos el gusto de edificar. Y eso no será posible si no alentamos el deseo de cosas grandes
Jesús Domingo Martínez