La extensión de la globalización actual en nuestra sociedad debe estar acompañada de una toma de conciencia más madura por parte de la organización de la sociedad civil, de las nuevas tareas a las que están llamadas a nivel mundial.
Gracias también a una acción decidida por parte de estas organizaciones, será posible colocar el actual proceso de crecimiento de la economía y de las finanzas a escala planetaria en un horizonte que garantice un efectivo respeto a los derechos del hombre y de los pueblos, además de una justa distribución de los recursos, dentro de cada país y entre los diversos países. El libre intercambio sólo es equitativo si está sometido a ls exigencias de la justicia social.
Una especial atención debe concederse a las especificidades locales y a las diversidades culturales que corren el riesgo de ser comprometidas por los procesos económicos y financieros en acto y, por ello, la globalización no debe ser un nuevo tipo de colonización. Por esto se debe respetar la diversidad de las culturas que en el ámbito de la armonía universal de los pueblos constituyen las claves de la interpretación de la vida. En particular, no se tiene que despojar a los pobres de lo que es más valioso para ellos, incluidas sus creencias y prácticas religiosas puesto que las convicciones religiosas auténticas son la manifestación más clara de la libertad humana. En la época de la globalización, se debe subrayar con fuerza la solidaridad entre las generaciones, además de la solidaridad de la comunidad política global.
Francisco Lorenzo Salido