La cifra real exigiría sumar otros 700.000 más. Además, Salgado ha mermado el prestigio de España en Occidente: nos hemos convertido en el mercado a evitar. Para la historia, sólo quedará su polémica subida del IVA. Y lo peor es que, tras fracasar en desempleo, ahora nos viene la crisis bancaria y, atención, la asfixia financiera de los ayuntamientos.
Dice Zapatero que la política económica se mide por el termómetro del empleo. Hagamos un chequeo a la gestión económica de la vicepresidenta económica, Elena Salgado, ahora que se cumple un año de su llegada al Ministerio de Economía y Hacienda. Según datos de Trabajo, en el último año (del 1 de abril de 2009 al 31 de marzo del 2010) han perdido su empleo 561.211 personas. Es decir, el balance no puede ser peor, con un crecimiento del 15%. Si miramos los datos de la EPA (INE) el resultado es similar. De 31 de marzo a 31 de diciembre (nueves meses, dado que la EPA del primer trimestre de 2010 saldrá a finales de este mes) se destruyeron 315.800 empleos. Súmenle el primer trimestre desestacionalizado y alcanzamos el medio millón. Total: 4.326.500 personas sin empleo.
A estos hay que sumar los ayudadores familiares y los parados en formación, cerca de medio millón. Al final, el número de parados se encuentra ya en la fatídica cifra de los 5 millones. Esa que Corbacho no se atreve a pronunciar.
Puede que el Gobierno nos venda brotes verdes y trate de expandir su optimismo antropológico a quien le deje. Pero el paro -como el algodón- no engaña. Más de medio millón de personas han perdido su empleo en el último año. ¡Menos mal que ya estábamos a punto de salir de la crisis! Y ojo, porque las estadísticas son un fenómeno relativo, en perpetuo parangón. Pues bien, cuando Salgado sustituye a Solbes el paro ya había tocado fondo en otros países, pues habíamos sufrido ya 20 meses de crisis.
La respuesta del Gobierno Zapatero sigue siendo la parálisis. Salgado se ahoga en un vaso de agua. Como a su jefe de filas, le queda grande el traje de rectora de la vida económica. Su improvisación -o la de Moncloa- le lleva a anunciar los facilitadores financieros o el manguerazo del ICO. Posteriormente se demuestra el ninguneo de Blanco en Zurbano. Al final, de los 54 parches, nos quedamos en 24. Como dice el nacionalista José María Ridao, del parto del elefante hemos pasado al ratón chiquitín.
Por su parte, Celestino Corbacho, ministro del Paro, dice que su responsabilidad no es crear empleo, sino proteger a los parados. ¡Error! La prioridad de un ministro de Trabajo no es subsidiar el paro sino crear las condiciones para que el parado encuentre un empleo. ¿Cómo? Regulación adecuada e inversión en empleabilidad. Políticas activas frente a políticas pasivas. Pero no parece que Corbacho se despeine por el incremento del paro. Tampoco Salgado, que acude con puntualidad semanal a su cita con su peluquero. ¿Imagen? Parálisis y superación por las circunstancias.
Por supuesto, no ha abordado la reforma laboral que le solicita hasta el gobernador del Banco de España, ha satisfecho dócilmente todos los subsidios que le reclamaba su jefe (Salgado es capaz de aplastar a cualquier subordinado, como sabe muy bien el ex secretario de Estado de Economía, David Vegara, pero no de enfrentarse a quien le mantiene en el poder).
Pasará a la historia por el aumento del IVA, ratificado desde todos los frentes y que no ha aprovechado para rebajar los impuestos laborales, especialmente las cuotas sociales.
Durante estos 12 meses, el prestigio de España se ha deteriorado y el défiocit publico ha superado el 11% (recordemos que Grecia está en el 12). Nos hemos convertido en el mercado a evitar. Y ojo, porque tras el desastre del desempleo ahora llegan más impuestos, la crisis bancaria y, atención, la crisis financiera municipal, porque la asfixia de los ayuntamientos no aguanta mucho más.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com