Sr. Director:

Realizó el día 4 de febrero un interesante editorial titulado "El nacionalismo sin Dios se llama fascismo". Comparto con usted la afirmación de que la unidad española se ha basado en unos principios comunes que no son otros que los católicos.

Sin embargo, no puedo dejar de señalar, como católico y español, serias divergencias:

a) Se aproxima usted a la demagogia existente en la partitocracia española de denunciar como "fascista" al que tiene otro pensamiento político. Creo que la prudencia "chestertoniana" que usted practica habitualmente exige limitar estos calificativos a aquellas actitudes que, sin ninguna duda, lo merezcan.

b) La unidad de España, indudablemente, y como ya he señalado, descansa ante todo en una historia común en defensa de la fe católica, pero, como sabemos, lo espiritual se encarna en cada lugar de acuerdo a los caracteres del mismo, y en España, como también ha demostrado nuestra Historia (recordemos los dos experimentos republicanos), se ha arraigado y cimentado en la institución monárquica. Por ello, la Monarquía (más allá de la persona que la ostente en cada momento) es un elemento de unidad entre los españoles.

c) Creo que es completamente injusto que señale que el PP acerca a los españoles al fascismo cuando otros partidos tienen claramente una actitud mucho peor. Desde aquí animo a cada quien a votar en conciencia por aquellas opciones que favorezcan la vida, la familia, pero también la unidad de los españoles, que es un bien moral, que hemos de defender (y, por ello, no soy fascista). Me niego a equiparar la actitud de personas que no condenan el terrorismo (muchos dirigentes del PNV y por lo que se ve de ERC) con los dirigentes del PP, a pesar de mis profundas divergencias con los mismos.

d) El enemigo del patriotismo español no es Bruselas, sino el centralismo y la burocracia europea basado en un mero 'economicismo'. El patriota no es "anti-nadie", sino "pro-todos". Por ello, afirmo que se puede ser, simultáneamente y sin menoscabo de la virtud, patriota catalán, patriota español y patriota europeo, al mismo tiempo que hermano de todos los que habitan en este mundo, empezando lógicamente, por los más cercanos.

Comparto con usted la preocupación de que el PP y determinados sectores pueden llevar su defensa de la unidad a un extremo inadecuado, dando patente de españolidad (que es lo auténticamente nacionalista), según sus propias preferencias, pero estoy con Monseñor Cañizares en que la unidad de España es un bien moral que hemos de defender como católicos que somos. Ojalá se cumpla su vaticinio sobre el fin del nacionalismo en España, que sólo se conseguirá avivando esa llama que Juan Pablo II ha encendido en nuestros corazones invitándonos a la Nueva Evangelización.

Javier Velarde

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